TRES EN RAYA

La era 4T: la fascinación por lo militar

El encanto es tal que AMLO anunció la constitución de una empresa militar para administrar el Tren Maya y los aeropuertos, entre otros

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El fanatismo religioso y la fascinación por lo militar tienen cosas en común. Lo sé de sobra, pues digamos que sufrí en carne propia el yugo de lo primero durante más de 11 años. Las ordenanzas no permiten cuestionamiento alguno y de cierta forma todos buscan ser el mejor soldado, sin que ello signifique ni querer sobresalir ni ser mejor ser humano.

La mística por ciertos órdenes, sean los arcanos religiosos o los militares, azuzan la creencia de que quienes ahí sirven son mejores personas por el sólo hecho de pertenecer a dichas organizaciones. Dichos controles absolutos conllevan a la claudicación de las libertades por la manipulación y tergiversación. Lo que llama la atención, en el caso de la fascinación por lo militar de parte de la 4T, es la bipolaridad de López Obrador en la materia.

Por un lado, ofrece todo tipo de canonjías y ventajas al Ejército (aquel discurso que enviaría a los militares al cuartel no aguantó ni el día de su inauguración) y por el otro establece un discurso ante la ilegalidad –que no es otra cosa que el desorden y descontrol normativo y social– de “abrazos y no balazos”.

Se resiste a ponerle límites al “pueblo”, cae en la farsa del “prohibido prohibir” y no utiliza ni le da el estatus de “ciudadano” a ningún mexicano (¿Se han fijado que el término no aparece en ninguno de sus discursos?); mientras al mismo tiempo cede y reconoce todo a una estructura que se basa en límites absolutos.

La fascinación es tal, que López Obrador ya anunció la constitución de una empresa militar para administrar el Tren Maya, el Istmo de Tehuantepec, los aeropuertos de Santa Lucía (construido también por el cuerpo castrense), Palenque, Chetumal, y Tulum. La razón dada, siendo el primer mandatario un civil, es que no confía en la administración de civiles.

Hay ventajas de gestión de que estén bajo la supervisión castrense: todo se puede manejar como “información reservada” o de “seguridad nacional”; las licitaciones se vuelven innecesarias; y sí, existe un orden en la realización de ciertas funciones que no se cuestionan y se llevan a cabo sin chistar. Los costos subyacentes resultan más tarde y atacan sorpresivamente y con furia.

Claro que es atractivo que el trabajo se lleve a cabo rápido y de forma eficiente. El Ejército sabe trabajar a marchas forzadas y no cuestiona la autoridad jerárquica, ni cómo acceder a ella. Es más, el autoconvencimiento y la lealtad es total (algo así como una fe religiosa). Sin embargo, dicha fascinación también implica costos muy altos, que no necesariamente serán devengados en esta administración. La Sedena contratará encuestas a nivel nacional para medir los niveles de confianza, cercanía y respeto que tienen las Fuerzas Armadas en comparación a López Obrador para 2022 (y luego para 23, 24, 25… ¿nos seguimos?).

También medirán la confianza en el Ejército versus otros actores como la Iniciativa Privada, los medios de comunicación, instituciones gubernamentales, partidos políticos y los otros dos poderes: Legislativo y Judicial.

Todo esto es un aviso.

POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

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