COLUMNA INVITADA

Disminuir al crimen organizado es posible

En Italia demostraron que es posible atacar a la delincuencia con profesionalismo, buenas leyes y, sobre todo, priorizando investigación

OPINIÓN

·
Manelich Castilla / Colaborador / Opinión El Heraldo de México

Se necesitaron 500 kilos de dinamita y toneladas de vileza aquel 23 de mayo de 1992 para asesinar al juez Giovanni Falcone, ícono de la lucha antimafia en Italia y modelo para quienes creemos en la aplicación de la ley y la fuerza del Estado como antídoto contra el crimen organizado. Mismo método se usó para, tres meses después, el 19 de julio de 1992, terminar con la vida de su aliado en la cruzada contra la mafia, el magistrado Paolo Borsellino, y cinco integrantes de su escolta en la vía D’ Amelio, en Palermo.

Las muertes de Falcone y Borsellino representan el punto de quiebre en el combate a la Cosa Nostra, la mafia sicialiana. El autor intelectual fue Salvatore Toto Riina, capo principal de dicho grupo, quien vengó así la osadía de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino de dar vida al maxiproceso contra la mafia italiana. ¿Por qué es importante recordarlo? La sociedad italiana condenó los homicidios y manifestó su repudio a la Mafia.

Las ejecuciones disminuyeron: la tasa de 3.40 homicidios violentos por cada 100 mil habitantes en 1992, en 2019 fue de tan sólo 0.52. El instrumento internacional más importante en el combate a la delincuencia organizada trasnacional, la Convención de Palermo es, de alguna forma, un homenaje a su legado.

El pasado mes de junio alcanzó la libertad Giovanni Brusca, asesino confeso de Falcone —responsable de activar la carga explosiva— y hombre de confianza de Toto Rinna, tras 25 años de encierro. Su cadena perpetua se redujo a 30 años de cárcel por beneficios de ley para colaboradores de la justicia. Sin embargo, la condena social tras su liberación se repitió. El desprecio de muchos sectores por las organizaciones criminales se ha mantenido al paso del tiempo.

En 2012, el periódico El País, de España, publicó una nota a propósito de los 20 años de la muerte de Falcone, que daba cuenta de un evento relevante y emotivo: Al búnker de Palermo donde se celebró el maxiproceso acudió el presidente italiano a un encuentro con dos mil 600 estudiantes de toda Italia que llegaron en “barcos de la legalidad”.

Uno partió de Civitavecchia y otro de Nápoles. Los jóvenes, de 250 colegios del país, cantaron a coro: “Un pueblo entero que no paga el pizzo (la extorsión mafiosa) es un pueblo libre”. Mensaje poderoso y de enorme simbolismo, viniendo de la juventud. Giovanni Falcone y Paolo Borsellino demostraron que disminuir al crimen es posible con profesionalismo, valentía, respaldo institucional y social, buenas leyes y, sobre todo, priorizando investigación y golpes a los delincuentes y sus finanzas.

Parece mejor táctica que abrazar a una criminalidad que no parece compartir la idea de paz a la que ha sido convocada, y preferible a truncar la trayectoria de servidores públicos dispuestos a luchar por un verdadero Estado de derecho, como se acostumbra con ligereza en nuestro país.

POR MANELICH CASTILLA

COLABORADOR

@MANELICHCC

MAAZ