Como partido político en el poder el PRI jamás se comportó como Morena. Jamás. Ahora se habla del Primor con una facilidad y ligereza inusitadas, tanto que todos hasta los que fueron priistas necesitamos hablar sobre ello. Ya que no es sólo la discusión sobre la reforma eléctrica en donde el PRI puede dar la mayoría calificada, sino lo que realmente deja como experiencia el rol del PRI y el del Presidente de la República sobre este.
En 2018 se dio un cambio de régimen el cual trajo acompañado la creación de un partido sin dos principios fundamentales en la política: la libertad y la comprensión del modelo político.
Nadie comprende realmente lo que el eje rector quiere, digámoslo en términos actuales el pitcher, catcher, ampayer, bateador y aficionado. Tan es así que se han dado una decena de cambios en el gabinete y el equipo de Andrés Manuel López Obrador sigue sin atender, entender o ejecutar lo que él quiere, y más grave aún, sin comprender lo que la población demanda. Evidentemente tampoco en las Cámaras, porque en la de Diputados discuten, atropellan, golpean y gritan, y en otra dinámica totalmente distinta en el Senado le hacen política ruda al Ejecutivo. Es decir, tampoco entienden al Presidente.
Sin embargo, irónicamente el que menos ha entendido al régimen ha sido precisamente Morena, de inicio con Yeidkol Polevnski y a profundidad del ridículo con Mario Delgado. Morena es un partido que jamás comprendió lo que era gobernar, acompañar, ser filtro, guardar formas, darle estabilidad al sistema, al país, ser escudero y crítico cuando era necesario. Morena no es nada de eso, ni lo será, sin embargo ahora pretenden que el PRI se convierta en lo mismo, con una abyección que simplemente los deja a Morena y al PRI, en la peor circunstancia de vida, sobre todo al país. Porque nada funciona, no legitiman y principalmente generan mayor confusión y enojo.
Por un lado tratan al PRI como un partido inservible, y por otro como necesario para que les aporte los últimos votos. Esta lógica no es útil ni viable. Sin embargo, parece que no propios ni ajenos lo comprenden.
Porque más allá de la reforma eléctrica, hay algo mucho más profundo que la clase media ya empieza a discutir en consciencia. Que los representantes populares no sirven, es decir, no representan a nadie, únicamente a sus propios intereses, y los partidos políticos menos.
Por ello es tan importante el debate que se está dando alrededor de la UNAM, del PRI, del tren Maya, del Aeropuerto de Santa Lucía y de los asuntos que debate al aire el Presidente de la República. Porque en la zozobra y marasmo todo deja de tener sentido y objetivo. Lo único que importa es estar y hacer politiquería, porque acusar es lo que da bonos y pelear es la herramienta perfecta para figurar.
Así vemos a la Diputada Cynthia López Castro (tres veces plurinominal de forma muy cuestionada), lo mismo opinando negativamente de la marihuana, que positivamente del Aeropuerto Santa Lucia (???), que tirándose al piso como tapete para apoyar a Morena en la reforma eléctrica, que gritando y sombreando sin sentido. O a Augusto Gómez Villanueva representando a los baby boomers teniendo que gritar para que cualquier medio le publique una declaración en tres líneas. Es decir, no hay sentido, ni hay orden, ni hay objetivo, ni proyecto y en el camino para la sociedad ni Morena, ni el PRI, ni el PAN o MC son opción o valen algo.
En realidad, esa es la discusión más grande que deja todo lo que hemos visto en estos años: el debate sobre la UNAM y la acusación de ser neoliberales, los ataques a los intelectuales, a la clase media, o cualquiera que Usted estimado lector, escoja. Todas son discusiones para distraer del desabasto de medicamentos, el retroceso con Santa Lucía, el tren Maya, la refinería Dos Bocas...
Esos temas solamente nos llevan a la lógica del embuste, del desorden, del gandalla. Fomenta lo peor en nosotros y termina justo como no debiera terminar: acusando a las universidades que no educan, a los partidos que no forman gobernantes, y a Usted de que no hace nada por su familia.
De verdad ¿Eso es lo que queremos?
Yo no. Exijo respeto, doy respeto y estoy convencida que todos nos merecemos respeto. Esta es una cuestión histórica e institucional que el PRI sí comprendía. Lástima que hoy ya no lo entiendan.
Y no es pregunta.
POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ
MAAZ