AYER PENSABA DISTINTO

Falsa seguridad

El evento que hoy presenciaremos será importante por el mensaje que Biden manda, pues a pesar de todo, estará en el mismo lugar que sus antecesores, frente al Capitolio

OPINIÓN

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Fernanda Caso / Ayer pensaba distinto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Me encuentro a dos cuadras de la Casa Blanca y a catorce del Capitolio de Estados Unidos.Todas las calles a mi alrededor están cercadas por vallas metálicas, soldados, patrullas, retenes y tanques de guerra. De vez en cuando se escucha el sonido uniforme de elementos de la Guardia Nacional marchando o el de reporteros, del otro lado de las rejas, haciendo enlaces televisivos en idiomas indistinguibles. Los pocos comercios que permanecen abiertos dentro del perímetro de seguridad son locales de comida rápida que han servido para alimentar a los miles de militares y trabajadores que llevan días instalando bocinas, tarimas, carpas y decoraciones para un evento que, por primera vez en la historia, lucirá prácticamente desierto.

Hoy a medio día, Joe Biden y Kamala Harris asumirán el liderazgo del país más poderoso del mundo, pero los ciudadanos de a pie no podrán celebrarlo ahí con ellos. La pandemia y la tensión social derivada de las mentiras de Trump, han hecho que el evento de Inauguración se convierta en un trámite peligroso.

-¿Crees que suceda algo grave en la toma de protesta?- le pregunté hace unos días a Candance,  una mujer afroamericana, burócrata retirada, que ha vivido toda su vida en el área de Washington, D.C.

-Por su puesto que no- me respondió. -Habría que ser un idiota para hacer algo hoy que la ciudad está llena de soldados. El problema será mañana o pasado mañana, cuando los militares se hayan ido de regreso a sus cuarteles.

Candance tiene razón. Los 25 mil militares que hoy custodian la ciudad, son solo garantía de una seguridad pasajera. En contraste, verlos armados en las calles de la capital es un recordatorio para los habitantes de lo inseguros que en realidad están. Porque el ambiente que se vive no es el de triunfo tras una victoria electoral en la que un déspota racista salió de la Presidencia, sino la de un país con miedo de su gente.

Joe Biden asumirá el poder parado en un escenario de falsa seguridad, creado con jóvenes uniformados, y con trincheras de metal y de concreto.  El paisaje castrense de las calles por las que transitará su convoy revela las amenazas subyacentes: votantes que creen que hubo fraude y están decididos a impedir que Biden asuma el poder, republicanos que están decididos a atizar el encono y extremistas blancos que quieren imponer su visión con bombas y armas.

El evento que hoy presenciaremos será importante por el mensaje que Biden manda, pues a pesar de todo, estará en el mismo lugar que sus antecesores, frente al Capitolio de los Estados Unidos, recitando el juramento para convertirse formalmente en presidente. Pero tanto él como los ciudadanos que seguirán el evento por televisión saben que el verdadero reto no es hoy sino, como bien me dijo Candance…  “cuando los militares se hayan ido de regreso a sus cuarteles,” y Biden esté al frente de ese país profundamente polarizado, enardecido y temeroso de sí mismo. 

 

POR FERNANDA CASO
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