COLUMNA INVITADA

Lo bueno del Covid

Nos dimos cuenta de lo doloroso de la muerte y también de lo imprescindible que son los contactos humanos

OPINIÓN

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Beata Wojna/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando en unas décadas se analice todo lo que pasó en el año 2020, los contagiados y los muertos por el COVID-19 no serán más que números en las estadísticas, como lo son las víctimas de tantas pandemias que experimentó la humanidad. Actualmente nos duelen los fallecidos y apenan millones de personas que perdieron sus trabajos, sus negocios o que entrarán en la pobreza por la crisis económica a raíz de la pandemia. Todos nos sentimos afectados por la aparición del coronavirus de una u otra manera.

No obstante, la historia nos enseña que todo pasa y que incluso en los sucesos negativos existen elementos positivos para la reconstrucción después de la crisis y del desastre. Probablemente en este momento nos cuesta percibirlo así, pero hasta en la pandemia hay que ver lo bueno. Hay varias dimensiones.

En lo político, la pandemia por COVID-19 se lleva al presidente Donald Trump. Se trata probablemente del populista más peligroso que nació en el país más poderoso del mundo y que puso en cuestionamiento el rol de Estados Unidos como referente para más de un centenar de estados democráticos del planeta. Obviamente quedan más de 70 millones de los estadounidenses que votaron por Trump, sin embargo, con su salida del poder Estados Unidos gana tiempo para hacer ajustes en un sistema que está decepcionando a muchos. Ojalá lo aprovechen bien porque de este desempeño dependerá el futuro de la democracia en el mundo.

En lo económico, se aceleró el inevitable paso hacia la economía digital. Existen empresas y naciones que lo entienden fácilmente. Hay otros que siguen anclados en la vieja forma de ver el mundo y "defienden a los caballos en la época de las locomotoras". Junto a eso, hemos experimentado que trabajar desde la casa puede ser extraordinario y que es posible arreglar asuntos sin pasar largas horas en el tráfico y en las oficinas. Ojalá este descubrimiento pueda contribuir a desacelerar el ritmo de la urbanización y disminuir la concentración de la población en las grandes ciudades que son los principales agentes contaminantes del medio ambiente. 

En lo social y sanitario, entendimos que las sociedades en las que vivimos están con pocas excepciones, viejas y enfermas de sobrepeso y obesidad. Cambiar el estilo de vida, comer menos, hacer ejercicio, dejó de ser solamente el mensaje de los gurús de fitness para convertirse en una necesidad imperante en las sociedades occidentales que son sedentarias y lo suficientemente ricas para tener acceso sin límites a la comida. Ojalá esta lección llegue a modificar nuestros hábitos.

En lo emocional, nos dimos cuenta no solamente de lo doloroso de la muerte sino también de lo imprescindible que son los contactos humanos y de lo importante que es la libertad de desplazarse. Aunque numerosos países están limitando nuevamente la movilidad y "cancelando" las celebraciones por Navidad, hay un mensaje claro para el mundo postCOVID-19: no a la limitación de las libertades y no al cierre de las fronteras. Las crisis duelen, pero también transforman, si sabemos leer las ventanas de oportunidad. 

 

POR BEATA WOJNA
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES EN EL TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@BEATAWOJNA