En 2003, durante la presentación de su novela “La flor púrpura”, un periodista se atrevió a decirle a Chimamanda Ngozi Adichie que fuera cauta en alardear de su convencida lucha por la equidad entre hombres y mujeres. Con falsa amabilidad le aconsejó: no te presentes nunca como feminista, porque las feministas son mujeres infelices que no pueden encontrar marido.
La escritora retomó la anécdota del comunicador impertinente, en la parte introductoria de una conferencia que impartió en diciembre de 2012. De esa disertación surgió un libro denominado “Todos deberíamos ser feministas”, obra que considero esencial para revertir la cultura machista y el odio misógino que prevalecen en amplios segmentos de la sociedad mexicana. Agradezco que Carolina Viggiano me haya conducido a este libro, del que pienso que sería positivo que la autoridad educativa o los profesores por iniciativa propia, le den un vistazo al texto, pues puede ser una lectura edificante para las nuevas generaciones estudiantiles
Todas las mujeres mexicanas hemos experimentado algún grado de discriminación y violencia, derivado de un crónico sistema de desprecio en el que se fundamenta el machismo que las más de las veces, es alentado por las mamás, mismas que fomentan comportamientos desconsiderados en los niños y en consecuencia germina la semilla de los adultos machos que tienen la bravura de marginar y agredir a niñas y mujeres.
Ya antes había mencionado la gravedad de ciertas decisiones de política pública que marginan a las mujeres más vulnerables y a sus hijos. El actual gobierno de Morena ha tenido la frialdad de retirar el apoyo a las estancias infantiles y refugios para mujeres víctimas de violencia, además de acabar con la mitad de las escuelas de tiempo completo que eran un gran alivio para las mujeres trabajadoras, ya que sus pequeños eran cuidados y recibían alimentos.
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Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, indican que aproximadamente una de cada tres mujeres y niñas en el mundo (el 35 por ciento) han experimentado violencia física o sexual a manos de su pareja o de terceros. Es cierto, la violencia de género acontece en todo el orbe, que no cuenta con límites de edad, condiciones económicas, nivel educativo y situación geográfica.
La Organización de las Naciones Unidas tiene un registro de que al 2019, sólo 107 de 195 países cuentan con estadísticas sobre violencia doméstica, cifra que disminuye a 56 naciones cuando se trata de los índices de violencia a mujeres a manos de terceros. Otro dato lamentable, en 18 países, las mujeres necesitan la aprobación de su marido para aceptar un trabajo.
A pesar de esos números terribles, el propio estudio de la ONU acepta que es probable que las cifras estén subestimadas, debido a que las víctimas temen más represalias de sus agresores o simplemente se sienten avergonzadas y vulnerables por exponer ante las autoridades el drama que han padecido.
Esta angustia puede frustrar sus planes de vida, pues muchas desertarán de sus estudios o abandonarán sus trabajos… otras más se convertirán en víctimas de feminicidio. Es un hecho que las mamás y las abuelitas pueden tener dificultades para moderar los instintos violentos de los adultos machos que procrearon; pero es posible que los denuncien y también rompan con los estereotipos de abuso hacia las mujeres en los niños más pequeños. Le sugiero que usted conozca y difunda la lectura de “Todos deberíamos ser feministas”.
Consummatum: El PRI, con el respaldo del Presidente Alejandro Moreno Cárdenas, es el primer partido político en censurar con severidad las conductas machistas. En consecuencia, se ha aprobado un protocolo para prevenir y castigar la violencia política de género; por lo que todo individuo que efectivamente haya cometido esta falta grave, está impedido para ser postulado a cualquier cargo de elección popular o asumir cualquier cargo de dirigencia.
POR LORENA PIÑÓN RIVERA
SECRETARIA NACIONAL DE GESTIÓN SOCIAL DEL PRI
@LORENAPIGNON_