Un Montón de Plata

Agradezcamos a Emilia Pérez

Nuestro espejo actual es un narcotraficante que se cambia el sexo y que transita desde la maldad del mundo del crimen organizado a la bonhomía woke

Agradezcamos a Emilia Pérez
Carlos Mota / Un Montón de Plata / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Emilia Pérez ya cumplió un propósito: unificar a la sociedad mexicana en su contra.

A través de la caricaturización de la cultura nacional, expuesta desde el extranjero, esta cinta no hace otra cosa sino reflejar lo que actualmente somos: una nación que desecha su identidad.

Emilia Pérez desagrada a los mexicanos porque encumbra en la pantalla internacional la trivialización que nosotros mismos hemos hecho de nuestra vida. La cultura mexicana pasó de ser celebrada en cintas de postín como James Bond o Coco, a convertirse en un entuerto de bailes insulsos en TikTok. 

Ahora somos una potencia turística donde las baratijas sustituyeron a las artesanías en los tianguis de souvenirs. Antes vendíamos rebozos; ahora basta con vender llaveros chinos con forma de botella de tequila.

Fuimos los mexicanos —no Jacques Audiard—, quienes elegimos dejar de apreciar a las escaramuzas en los lienzos charros para preferir descubrir a la china poblana durante 10 segundos en un reel viral de Bella Dueñas. Eso es lo que hoy le da orgullo consumir a esta sociedad. Eso sí, el vídeo debe aparecer en septiembre.

No fue un director de cine francés el que tiró a la basura nuestra cultura centenaria. Fuimos nosotros quienes desechamos las corridas de toros, las charreadas y las peregrinaciones en las fiestas patronales de los santos.

¿Los jóvenes mexicanos eligen escuchar música de mariachi? No. Ahora prefieren a Bad Bunny. Eso sí, cuando desde aquí surgen las versiones mexicanas el resultado es Peso Pluma. Antes bailábamos; ahora perreamos. No nos quejemos por Emilia. Esto somos ahora.

Emilia Pérez entierra en un par de horas la idea de que todos somos unos chingones, y que nuestros representantes internacionales culminantes eran Del Toro, Cuarón o González Iñárritu. 

Ya no. Nuestro espejo actual es un narcotraficante que se cambia el sexo y que transita desde la maldad del mundo del crimen organizado a la bonhomía woke que importamos sin chistar y sin aranceles desde Estados Unidos.

Los mexicanos enterramos al macho mexicano, con sus malos atributos, pero también con los buenos. 

Antes se celebraban peleas de gallos y había héroes nacionales como David Silvetti; ahora los perros chihuahua son paseados en carriolas en El Palacio de Hierro y sus dueños piensan que la lluvia es violencia de la naturaleza. 

Ahora resulta valiente Edy Smol caminando por Masaryk con más maquillaje que Doris Jocelyn.

Emilia Pérez duele a la sociedad mexicana porque puede que sea el espejo más fiel de lo que nos hemos convertido.

Además, ya la vieron en el extranjero, ya hasta puede ganar muchos premios Óscar. 

Por eso surge desde la sociedad misma la respuesta visceral, con rechazo generalizado y un cortometraje vengativo. Pero esa es su esencia: abofetearnos con nuestra verdadera identidad en el Siglo XXI.

POR: CARLOS MOTA
WHATSAPP: 56-1164-9060
TIKTOK: @SOYCARLOSMOTA

PAL

Temas