COLUMNA INVITADA

El gobierno de la crisis

El problema de inundaciones en la planicie de Tabasco siempre ha requerido soluciones a largo plazo

OPINIÓN

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Georgina Trujillo/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Un gobierno no siempre puede anticiparse a una crisis, muchas veces tampoco la provoca, pero esto no lo exime de su responsabilidad para actuar a la altura de las circunstancias.

Una crisis destroza demagogias, expone carencias. Ha resultado ser el muro en el que se estrellan los populismos contemporáneos

Según cifras oficiales, las recientes inundaciones en Tabasco dejaron un saldo de más de 175 mil personas damnificadas. Al gobierno rebasado por la realidad, le es cada vez más difícil eludir las preguntas que generan su falta de estrategias.

¿Cómo es posible que la noche del 8 de Noviembre, en la cual se registraron inundaciones de hasta tres metros en diversos sectores de la capital tabasqueña, no se contaba ni con arena para colocar costales en diversos puntos críticos de los ríos? ¿Por qué no se organizaron brigadas ciudadanas para colaborar con las autoridades en el reforzamiento de estos puntos, ni en labores de evacuación?

¿Por qué hasta la fecha de hoy no se han visitado muchas comunidades para supervisar los daños ocasionados por las anegaciones, y hay albergues que no han recibido apoyo, más que de organizaciones ciudadanas? ¿Por qué hasta la fecha no se ha publicado un mapa de afectaciones, para que los grupos de voluntarios de la sociedad civil puedan enfocar sus esfuerzos en las zonas de mayor necesidad?

Y más importante, ¿Cómo se hará después de esto para reactivar la economía de Tabasco, ya de por sí mermada por la pandemia? ¿Por qué el Presidente no dio la cara a sus paisanos? Cuando se necesitaba permanecer en casa y tomar precauciones por el COVID, organizó giras, realizó eventos multitudinarios y se tomaba fotos abrazando a la gente.

Cuando se necesitaba salir, poner ejemplo de trabajo y de organización, se limitó a dar paseos en helicóptero y saludar al pueblo desde la frialdad de un carro del ejército.

El Presidente mencionó que se tuvo que sacrificar al sector rural para salvar la capital de Tabasco, pero esto último tampoco se logró. Basta con mirar las redes sociales y la manera en la que se inundaron amplios sectores urbanos.

Ahora se aplica la misma fórmula de culpar al pasado para eludir la responsabilidad del presente; sin embargo, fueron las obras realizadas por los gobiernos anteriores, como el muro de contención en el malecón de Villahermosa o la compuerta del Macayo, las que previnieron que el desastre fuera mucho mayor.

El problema de inundaciones en la planicie de Tabasco siempre ha requerido soluciones a largo plazo. Después de las inundaciones de 2007, existe un proyecto Hidráulico financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo que involucra un plan Binacional México-Guatemala para el manejo de la Cuenca del Grijalva-Usumacinta. Hasta el día de hoy dicho proyecto permanece en la congeladora.

En cambio, el gobierno, en su falta de capacidad, se limita a organizar censos y repartir dádivas. Y ni eso se hace bien.

Decepción es la palabra que resume todo. Una oportunidad tan grande para hacer una diferencia histórica, desperdiciada. Un potencial enorme que se va como agua en manos que se quedaron muy pequeñas para México.

 

POR GINA TRUJILLO
COLABORADORA
@GINATRUJILLOZ