Ayer, mientras el presidente de la república y algunos empresarios, entre ellos Carlos Slim, Rogelio Zambrano y Alfonso Romo, daban a conocer el ya hace largo tiempo esperado Plan Nacional de Infraestructura concebido para detonar —ahora sí— la tan ansiada inversión privada en el país, el INEGI dio a conocer que se desplomó nueve puntos la confianza del consumidor desde la última medición reportada. En otras palabras, si bien es evidente que el primer mandatario “arrolla” por lo que a popularidad se refiere (ayer El Financiero publicó también los resultados de una encuesta que indican que 62% de los ciudadanos aprueban su mandato), algo en la práctica definitivamente no está cuadrando en la estrategia económica de nuestro gobierno federal.
Entonces, vale la pena preguntarse: para optar por invertir en el país esos dineros que, como dice precisamente el titular del Gabinete de Crecimiento Económico de la 4T, son tan vitales para el bienestar y para salir de la fuerte crisis económica que atravesamos, ¿es más importante una vistosa mañanera o una editorial del muy influyente y respetado diario The Financial Times?
Lo pregunto en serio porque si YSQ sigue convencido —como al parecer es el caso— de que es lo primero y que se requiere minimizar (desestimar sería un término más correcto) lo segundo, me temo que está mucho muy equivocado.
Y es que este domingo, dicho prestigiado rotativo fue contundente al señalar que nuestro presidente es el nuevo heredero de la tendencia regresiva y autoritaria en América Latina. Una editorial le dedicó; filosa y lapidaria siempre, pero esta vez además perfectamente estructurada, sustentada y razonada, alertándonos sobre las implicaciones en un futuro cercano de tenerlo dirigiendo al país.
Previsibles los cuestionamientos del titular del ejecutivo y de los lopezobradoristas a ese texto. Se le tachará de fifí, de neoliberal y de ser un emisario pagado por la mafia del poder internacional que se resiste a perder ¿privilegios? Pero el asunto central es que el FT no es la prensa mexicana —con todo el perdón, reconocimiento y respeto que esta me merecen—; no es tampoco la opinión de los diarios yanquis norteamericanos. Se trata de EL rotativo liberal por excelencia y referente de los más importantes inversionistas del mundo. Y empieza a ser más que evidente y de consideración para toda la IP que el diario británico ha dedicado ya bastantes notas a describir las acciones de la 4T y ninguna de ellas ha sido benevolente con el tabasqueño: lo tachan de totalitarista, demagógico y centralista.
Y es precisamente la anterior descripción lo que me lleva a señalar un aspecto adicional; una preocupación que cualquier hombre de negocios medianamente respetable se haría y que tiene que ver con el siguiente dicho: “Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar.” Nunca mejor aplicado que ahora que el presidente de nuestro vecino país del norte, Donald Trump, se encuentra hospitalizado infectado de covid.
Esto es, sí hay algo peor que un gobernante que centraliza el poder bajo un régimen autocrático: que además sea un irresponsable. Y el nuestro sin duda ha menospreciado la ferocidad del covid, empezando por lo que a su persona se refiere.
Por ello sostengo que desestimar el efecto en la inversión que tienen las opiniones vertidas en el Financial Times no es en lo único que se equivoca el líder de nuestra nación. Insistir en no utilizar cubrebocas y mantener sana distancia es otro error y muy importante.
Y es que el ejecutivo federal obviamente no se ha preguntado —quizá le tiene sin cuidado— ¿qué sucedería con la conducción del país (y, por lo mismo, con el comportamiento de la economía) si él cayera incapacitado por el virus? La gente de dinero, en cambio, ya se lo plantea; de hecho, lo consideran parte de la variable llamada “certidumbre” y saben bien que bajo ese escenario el país se precipitaría a una debacle económica sin precedentes de la que ciertamente no querrían formar parte.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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