COLUMNA INVITADA

Autoritarismo al desnudo

México Libre ofreció una base ciudadana real, donde nueve de cada diez miembros no habían militado en partido político alguno; un trabajo respaldado en miles de voluntarios

OPINIÓN

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Fausto Barajas/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México.Fausto Barajas/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de México

En México ha quedado claro que vivimos bajo un autoritarismo que no se veía desde la segunda mitad del siglo pasado. Con la proscripción de México Libre como partido político, el gobierno deja al desnudo su naturaleza autoritaria.

La negación del registro a México Libre fue infundada, sin motivación y por lo tanto ilegal. La organización cumplió meticulosamente con todos los requisitos para ser partido político, incluso la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE lo reconoció así y de forma unánime propuso otorgar el registro.

México Libre ofreció una base ciudadana real, donde nueve de cada diez miembros no habían militado en partido político alguno; un trabajo respaldado en miles de voluntarios, así como aportaciones perfectamente identificadas de ciudadanos y no en organizaciones sindicales, religiosas o políticas.

Esta amenaza preocupó al inquilino de Palacio Nacional, quien guía sus acciones por el resentimiento, y a miembros de la oposición que veían en México Libre una amenaza a sus cotos de poder.

La animadversión a miembros de México Libre y la preocupación de la llega de una organización política ciudadana que sin tener registro ya figuraba con el diez por ciento de intención de voto para 2021, tenía que ser frenada y así sucedió primero en el INE y después en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

En el INE, los consejeros Lorenzo Córdoba Vianello, Adriana Favela Herrera, Ciro Murayama Rendón, Jaime Rivera Velázquez, Norma Irene de la Cruz Magaña, Carla Astrid Humphrey Jordán, José Martín Fernando Faz Mora, sin fundamento, ni motivaciones legales se inventaron criterios y razones de último momento para aplicarlos solo a México Libre y negar su registro.

La decisión de coartar el derecho de asociación política a más de 260 mil miembros de México Libre fue festejada públicamente por el presidente López Obrador.

Con la seguridad de haber cumplido con los requisitos para ser partido político, y la evidencia clara de la novedad de criterios, falta de fundamento y falta motivación de la pena máxima de negar el registro, México Libre acudió al Tribunal Electoral para impugnar la decisión de los consejeros del INE.

Sin embargo, la historia se repitió, con mentiras el magistrado Vargas, encargado del proyecto no quiso ver la evidencia que México Libre presentó primero al INE y después al tribunal sobre el origen de cerca de un millón de pesos que ingresaron lícitamente vía transferencia electrónica con el dispositivo Clip. Se documentó cada peso con su origen en cuentas con nombre, apellido, credencial de elector, correo electrónico, domicilio y hasta número telefónico de los aportantes.

El Tribunal le negó el registro a México Libre al no querer ver la existencia de las personas plenamente identificadas que donaron en conjunto 1.1 millones de pesos. Pero le dio el registro a tres organizaciones afines al presidente de la República que tuvieron recursos sin identificar muy superiores a los de México Libre. Hablo de Fuerza Social por México, con recursos sin identificar por 6.9 millones de pesos, de Redes Sociales Progresistas con 5.1 millones; además de refrendar el registro al Partido Encuentro Social. Sin contar que las tres organizaciones tuvieron observaciones por violar principios constitucionales de no intervención de organizaciones sindicales y grupos religiosos.

El criterio que pesó más para otorgar el registro fue sin duda la cercanía al presidente. Esos tres partidos han manifestado de una u otra forma que serán satélites de MORENA, leales al proyecto populista de López Obrador.

Los cuatro de siete ministros que traicionaron a la Constitución y no dejaron decidir a los ciudadanos fueron José Luis Vargas Valdez, Felipe Alfredo Fuentes Barrera, Mónica Aralí Soto Fregoso y Felipe de la Mata Pizaña

Durante muchos años, los analistas de la política mexicana se quejaban amargamente de que, más que democracia, teníamos una “partidocracia”, ya que los partidos políticos se habían convertido en clubes privados en los que solo los miembros podían disfrutar de los beneficios: recursos, candidaturas, puestos en burocracias inútiles para ellos y para familiares y amigos, todo con cargo al erario.

Hoy, la “partidocracia” se ha vuelto todavía más cerrada y asfixiante, pues ahora una sola persona decide cuáles partidos se autorizan y cuáles no. Pasamos del imperio de los partidos al imperio de un solo hombre. Eso se puede llamar de muchas formas, pero democracia, no es.  

POR FAUSTO BARAJAS
ESPECIALISTA EN POLÍTICAS PÚBLICAS
@FAUSTOBARAJAS
FAUSTO1707@YAHOO.COM.MX