El pasado 5 de marzo ocurrió lo inaudito en el futbol mexicano. Las cámaras dejaron de capturar los movimientos de los jugadores del encuentro entre Atlas y Querétaro y se centraron en mostrar la violencia que se suscitó en las gradas, donde las barras de animación de ambas escuadras se enfrentaron en una riña cuya mayoría del daño fue recibido por los rojinegros.
No hubo ningún muerto declarado de manera oficial; no obstante, la barbarie que mostraron algunos de los sujetos fue suficiente para que los amantes del deporte, los directivos y la sociedad en general entraran en un debate que sigue sin resolverse, pero que pretende establecer si es necesario exiliar a las porras de los estadios.
Si bien la Federación Mexicana de Futbol estableció que la directiva de los Gallos del Querétaro fuera inhabilitada por cinco años, se nombrara a un nuevo grupo de responsables, se juege en el Corregidora sin público durante un año, se identifique a los aficionados que entran a los estadios y se multe al equipo, la discusión no ha terminado.
Con un trabajo periodístico realizado por Uriel Ramírez y Daniel Martínez para El Heraldo Media Group, se logró plasmar el debate que hay en torno a estos grupos que durante años han mostrado su apoyo por los conjuntos, pero que también se han hecho del control de los inmuebles donde se presentan semana a semana los partidos de la Liga MX.
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"Si se ponen a trabajar con las diferentes barras que sí están comprometidas con el color, con su equipo, con esas barras deberían trabajar", es la opinión de John, uno de los miembros de la Rebel del Pumas, quien asegura que la desaparición de estos grupos no se debe dar sin un análisis profundo de la situación.
Por su parte, el sociólogo Eduardo Beltrán asegura que los estadios han sido tomado por los grupos de aficionados y esto se refleja en el inconsciente colectivo por medio de la ausencia de las familias en estos inmuebles por temor a la violencia.
"Erradicar las barras no va a servir de nada porque no es lo mismo jugar con tu grupo de animación", dijo Emilio "Perro Rabioso", integrante de La Monumental del América, "es como bailar sin música", agregó.
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Javier Lezcano, parte de la Peña Atlantista, reconoce la importancia de las barras, debido a que considera le dan algarabía al juego y aunque acepta que no se dejan ante los insultos, descarta que realicen actos de violencia desmedida.
"No actuamos a mansalva, no vamos a agredir", dijo.
En cuanto a Rafael, miembro de Sangre Azul, la porra del Cruz Azul, aseguró que es necesario que estos grupos buscan ser parte de la solución, pero lamentó que no se le toman en cuenta a la hora de tomar decisiones.