Uno de los episodios más negros y tristes del balompié mexicano, ocurrió el 26 de mayo de 1985, en el partido decisivo (que a la postre no lo fue), de la final del torneo de liga de aquella temporada de 38 jornadas entre el América y los locales Pumas de la UNAM disputado en la Ciudad Universitaria.
Aquella final se disputó unos días antes en su partido de ida en la grama del Estadio Azteca, ya desde entonces se advertía un clima enrarecido por las pugnas entre aficionados, en aquel entonces, no existían las tristemente célebres barras de apoyo.
El partido finalizó empatado a un gol obra de Alberto García Aspe por los Pumas y de Carlos Hermosillo por el América, todo parecía servido para que Pumas consiguiera el título en casa y con su afición.
Y entonces ocurrió lo impensable, en el partido de vuelta nadie quería perderse las acciones, cerca de 30 mil personas en las gradas y otras miles fuera con boletos apócrifos que generó sobrecupo para ver a ambos equipos.
La desesperación por querer entrar al estadio generó escenas lamentables y sorprendentes, gente escalando las paredes del mítico estadio olímpico, tanto por el área del pebetero como en el palomar, cientos de personas que querían entrar generaron una estampida humana en el fatídico túnel 29 del estadio.
Las puertas se cerraron de un lado y del otro lo que generó desesperación y ansiedad entre cientos de personas que estaban atrapadas en el túnel, el saldo fue de ocho personas fallecidas, siete en el túnel y una en el hospital de Xoco, otras versiones indican que se produjeron otros decesos, pero oficialmente ese fue el saldo de aquella tarde.
Conclusión polémica
El partido sorprendentemente continuó en la cancha y en las gradas y terminó con un empate a cero y luego de conocerse las terribles consecuencias de la falta de organización y seguridad tanto afuera como adentro del estadio se decidió realizar un tercer partido para conocer al campeón de la temporada 1984-1985.
Al final, para definir al campeón se produjo un tercer partido en el ahora tristemente célebre Estadio de la Corregidora de Querétaro, en un partido lleno de polémica por las decisiones del arbitraje de Joaquín Urrea y que definió al América como campeón de aquella temporada con un marcador de 3 goles por 1, empañada por los fallecimientos del túnel 29 de CU.
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