Fueron dos balazos por la nuca los que mataron a Rubi Ojeda Huerta. Ella tenía 29 años y un hijo de ocho, Haziel. Fue precisamente su expareja y padre de su niño, Pedro Martínez Castro, quien se encargó de robarle el último suspiro a la joven. Ni las dos denuncias en su contra lo detuvieron para cometer el feminicidio; las autoridades le fallaron.
Siempre alegre, sonriente y carismática, Rubí era una persona que se daba a notar cuando llegaba, era la que tenía la chispa a donde quiera que fuera. Una persona en quien confiar, “para todo te echaba la mano”. La mayor de sus tres hermanos disfrutaba pasar tiempo con su familia y su hijo, “el niño de sus ojos” y su prioridad, recuerda Karen Ojeda, su prima hermana.
Escucha la historia del feminicidio de Rubí
La muerte de Rubí a manos de Pedro sucedió el jueves 24 de septiembre de 2020 en San Quintín, Ensenada, Baja California. Pero la historia de violencia inició tiempo atrás y meses antes de su feminicidio, ella habría denunciado a su expareja por abuso físico, privación de la libertad y violación, pero las omisiones y negligencia de las autoridades permitieron su asesinato.
Violencia en silencio
Rubí conoció a Pedro Martínez hace 12 años aproximadamente. Se enamoraron y formaron una familia con el nacimiento del pequeño Haziel. En un principio parecía una relación común; él un muchacho normal. La familia de la joven percibía que al inicio él la respetaba y no era grosero. Al paso del tiempo comenzaron a notar algunas actitudes preocupantes: “No era una persona que podías parar en una pelea”.
Fue durante el caluroso verano de Ensenada de 2020 cuando Rubí se armó de valor para contarle a su familia la violencia que estaba viviendo. La madre de Haziel había estudiado la licenciatura en derecho, pero trabajaba en las brigadas del sector salud, dando pláticas sobre violencia.
“Dijo que se lo callaba por vergüenza, por el qué dirán, porque en su trabajo ella se encargaba de dar pláticas en torno a la violencia y todo eso, entonces para ella fue algo como ‘¿cómo es que yo hablo de eso y me está pasando a mí?’”.
Dos denuncias que no ayudan
Pero Rubí ya no podía más, Pedro la violentaba con chantajes y celos, y en agosto de ese año, la joven de 29 años lo denunció por primera vez luego de que él la golpeara. Ella terminó la relación y lo corrió de su casa, y él se fue a vivir muy cerca de ella con uno de sus familiares; no concebía la idea de estar sin ella: “Si no vas a ser para mí, no vas a ser para nadie más”, le decía el feminicida.
Tras la primera denuncia contra Pedro, las autoridades fueron a buscarlo para notificarlo. Dijeron haber hecho dos visitas, pero en realidad sólo hicieron una. Dijeron haber hecho una investigación, pero realmente no hicieron nada, relata Karen Ojeda.
Pasaron pocas semanas entre la primera y la segunda denuncia. A mediados de septiembre, Pedro secuestró a Rubí cuando ella se dirigía a su trabajo por la mañana a tan sólo cinco minutos de su casa. La metió a la fuerza en el coche y la obligó a manejar a una playa cercana con la pistola en la garganta:
- “Dale a donde te digo o te mato”, le dijo Pedro a Rubí.
Al llegar al sitio empezaron a forcejear, él le quitó la ropa y la violó tres veces. Estuvieron desde la siete de la mañana hasta las seis de la tarde en el lugar. Con mentiras, Rubí logró zafarse de Pedro, con la garganta desgarrada por la pistola y apenas un hilo de voz, ella le dijo que lo amaba, que no podía estar sin él y que iban a empezar desde cero, todo para salvar su vida; él se lo creyó.
Al llegar a su casa y con ayuda de su familia, Rubí llamó a la policía y se lo llevaron detenido. La joven hizo su declaración, pero la policía se burló de ella y no le hicieron caso. Horas más tarde, Pedro quedó libre bajo fianza mientras continuaba la investigación.
Una muerte que se pudo evitar
Tras haber sido secuestrada, la madre de Haziel vivió con terror y paranoia los siguientes días pues su ahora expareja le había dicho que si no estaba con él, iba a buscar la manera de matarla. Entonces, la familia de Rubí se organizó para proteger a la joven y al pequeño que se refugiaron en casa de una de sus hermanas; primos y hermanos la llevaban al trabajo en coches diferentes, hacían guardias y cuidaban muy de cerca su seguridad.
El día de su muerte, el 24 de septiembre, a los pocos días de haber denunciado a Pedro por privación de la libertad y violación, Rubí se levantó temprano aquel jueves como usualmente lo hacía, atendió a su hijo, arregló sus pendientes y su hermana la llevó al trabajo mientras que su madre cuidaba de Haziel.
Su hermana la dejó en la puerta del trabajo alrededor de las siete de la mañana, Rubí saludó al guardia y entró rápidamente tras ver un auto azul sospechoso afuera. Esto se lo notificó a su familia a través de un mensaje de voz por WhatsApp donde quedó inmortalizado el miedo que vivía. Estas fueron las últimas noticias de la joven de 29 años antes de su muerte, porque minutos después, Pedro la asesinó.
“Miré que en cuanto me dejaron se vino hacia acá como para ver si yo entraba, pero voy a estar al pendiente. No tengan pendiente que no voy a salir de aquí. Oye, dile a mi mamá y al niño que cierren la reja, que no salgan”. fue el último mensaje de Rubí.
Pedro ya estaba adentro cuando Rubí llegó. Él ingresó al lugar donde trabajaba la madre de su hijo disfrazado de enfermero, con una bata y un gafete falso. La vio de frente, le disparó a uno de sus compañeros pero falló; entonces se acercó a ella, la tomó del pelo y le dio dos disparos por la nuca. Luego él se disparó. Los dos alcanzaron a llegar al hospital, pero murieron al poco tiempo.
Pedro se suicidó, eso no es justicia
Rubí fue enterrada el 26 de septiembre mientras que su familia se organizaba para empezar una movilización en busca de justicia. Abogados se pusieron a su disposición para ayudarles, pues las autoridades no le dieron seguimiento a las demandas de la joven y su feminicidio pudo haber sido evitado.
El estado no protegió a Rubí y sus denuncias terminaron en feminicidio. Los familiares de la joven de 29 años no logran entender las fallas de las autoridades. Levantaron una demanda contra los elementos que capturaron a Pedro y luego lo soltaron, y buscan la suspensión definitiva de labores de quienes estuvieron involucrados, así como el pago de indemnización para el pequeño de ocho años que quedó huérfano gracias a su padre.
Asimismo, la familia de Rubí especula que Pedro no actuó solo, que hay más personas implicadas en el asesinato pues el auto azul, aquel coche sospechoso que la joven notó al llegar al trabajo, desapareció cuando los familiares de la joven fueron a buscarlo, lo que significa que él no manejó el carro, alguien más lo llevó y lo esperó sabiendo lo que iba a hacer.
También se planea construir un refugio para mujeres que sufren violencia que llevará el nombre de Rubí. Ya se tiene el terreno y el mobiliario, pero falta el financiamiento para su construcción.
El feminicidio de Rubí Ojeda Huerta pudo haberse evitado si las autoridades hubieran actuado como dicta la ley. Que Nadie Nos Olvide.
Por: María José Serrano Carbajal
Edición: Paola Sánchez Castro
Diseño: Ana Navarro e Ingrid Almaraz
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