BORDO DE XOCHIACA

Resisten al COVID-19 los recolectores de basura del bordo de Xochiaca

Entre toneladas de basura, 796 recolectores crearon su propio cerco sanitario

NACIONAL

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Los recolectores de basura en el bordo de Xochiaca se han mantenido sin enfermarse de Covid-19. Foto: EspecialCréditos: Foto: Especial

Trabajan junto a los desechos de COVID-19, pero a la fecha ninguno se ha contagiado del virus. Se trata de 796 recolectores de basura en el bordo de Xochiaca, en el municipio de Nezahualcóyotl.

Cada 24 horas reciben hasta mil 200 toneladas de basura, entre las que se encuentran cubrebocas, jeringas, gasas, guantes, pañuelos, entre otros. Ellos crearon su propio cerco y cumplen con las medidas sanitarias, para evitar ser víctimas del virus SarsCov2.

“Seguramente la inmunidad se debe a que estamos siempre entre la basura, respiramos diario todo esto, entonces creo que por eso ya no nos enfermamos”, argumentó Oscar Caballero Martínez, de 44 años, quien integra la asamblea comunitaria y se encarga del área de eventos y vinculaciones del centro de desperdicios sólidos.

De las 30 hectáreas que conforman el basurero Neza Bordo 3, los trabajadores y sus familias aislaron una hectárea para el depósito de desechos de COVID-19.

La zona de alto riesgo tóxico se encuentra a cinco kilómetros del espacio de trabajo y vivienda; a ese lugar únicamente accede un chofer asignado del camión de basura, quien se encuentra protegido para verter ahí los desechos de alto contagio.

El uso obligatorio de cubrebocas y la sana distancia son prácticas habituales entre la comunidad que ahí vive y trabaja, desde los más grandes hasta los más pequeños, quienes asisten al área común conformada por una capilla, una cancha de fútbol y un patio para reuniones al aire libre.

Los 300 vestidores asignados para el cambio de ropa de los trabajadores, antes y después de las jornadas de recolección y separación de basura, forman parte de las estrictas medidas que han permitido evitar contagios entre los adultos mayores, mujeres e infantes.

Por Héctor Cervantes

maaz