CDMX

Entre la vida y el panteón: mujeres sepultureras viven y resisten en CDMX

Las primeras sepultureras de la Ciudad de México comenzaron a laborar entre 1984 y 1985. Isabel Ramos Mora e Imelda Contreras Morales fueron las iniciadoras en el Panteón San Rafael

NACIONAL

·
Guadalupe, Agustina y Alma laboran como sepultureras en la Ciudad de MéxicoCréditos: (Fotografía: Cynthia Benítez)

“Estás acostumbrada a batallar con los vivos, pero no con los muertos”.

Es la tarde de un martes soleado al sur de la Ciudad de México y Guadalupe Contreras Morales recuerda su vida entre tumbas. Pero eso no es nuevo. Ella, desde 1989, es sepulturera del Panteón San Rafael, ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón. 

La rutina diaria inicia a las 4:40 de la madrugada, cuando “Lupita” despierta y prepara sus alimentos para desayunar en el cementerio. Se labora los 365 días del año de 9 de la mañana a 3 de la tarde y cuenta con un salario fijo al pertenecer a la delegación. El trabajo de una sepulturera es el siguiente: desmontar la tumba, excavar, llegar al ataúd, limpiar la fosa y dejarla preparada para el próximo difunto. 

“Cuando yo ingresé no querían entrar hombres a trabajar, duraban una semana y se iban, porque se les hacía muy pesada la chamba de sepulturero. Nadie quería el puesto, entonces las mujeres decidimos quedarnos para siempre”

La sepulturera capitalina menciona que en este trabajo te “acostumbras a convivir con la muerte”, pues ha llegado a realizar hasta 4 sepelios seguidos. Debido a la pandemia de COVID-19, los difuntos tuvieron que ser cremados, pero ella revela que si llegaron a sepultar personas por el virus SARS-COV2. 

“Yo ya no sepulto, porque tuve un preinfarto, un infarto y el coronavirus fue lo que me remató. Tuve que usar tanque de oxígeno y perdí el sentido del gusto. He trabajado por más de 30 años pero ahora ya no puedo hacer mucho esfuerzo”.

En diciembre pasado, Guadalupe Contreras se contagió de COVID-19 y durante un mes se alejó de su trabajo. 

Reportes de la Secretaría de Salud, con fecha de corte del 1 de noviembre, señalan que en la alcaldía Álvaro Obregón hay 140 mil 763 casos confirmados de COVID-19 y 3 mil 342 defunciones. 

"Lupita" se sincera y confiesa que cuando se separó de su marido, decidió buscar trabajo para llevar el sustento a su casa y poder sacar adelante a sus cuatro hijos. Su hermana Imelda, que ya se encontraba en San Rafael, la ayudó a conseguir su actual empleo como panteonera. 

Guadalupe fue de las primeras mujeres de la CDMX en trabajar como sepultureras
(Fotografía: Cynthia Benítez)

No recuerda la cifra exacta de cuántas personas ha enterrado, pero calcula que han sido más de mil y que cada caso es diferente, aunque “poco a poco te vas haciendo de corazón duro”. 

“Hay difuntos que te parten el corazón. Por ejemplo cuando nos toca enterrar a una mujer que deja huérfanos y en ocasiones vemos a los niños intentando aventarse a la fosa junto a su madre, se te hace un nudo en la garganta, pero tienes que seguir”, comenta.  

Las primeras sepultureras de la CDMX comenzaron a laborar entre 1984 y 1985. Las pioneras en este oficio fueron Isabel Ramos Mora e Imelda Contreras Morales, mejor conocida como “La Morena”. 

Ellas, junto con otras mujeres, sin recibir ningún sueldo, comenzaron a trabajar como voluntarias en el Panteón de Tarango. Al final, las autoridades de la capital les ofrecieron unirse formalmente como sepultureras en San Rafael, pero Imelda e Isabel fueron las únicas que aceptaron. 

Las sepultureras de Álvaro Obregón trabajan los 365 días del año 
(Fotografía: Cynthia Benítez)

Los años corrían y las sepultureras iniciadoras tuvieron que pasar la estafeta a las siguientes mujeres. Isabel decidió retirarse por enfermedad e Imelda falleció, pero su legado continúa con su hermana Guadalupe y su hija Alma. 

De acuerdo con datos del Gobierno de la CDMX, de los 117 panteones que existen en la capital, solamente tres tienen entre sus filas a mujeres trabajando como sepultureras. En el Panteón San Rafael hay tres mujeres; en el Panteón de Tarango hay otras tres panteoneras y en el Panteón de Santa Fé hay una sepulturera. 

Sonia Aguilar es la encargada administrativa de los Panteones de Álvaro Obregón
(Fotografía: Cynthia Benítez)

Un panteón, nuestro segundo hogar 

El padre de Agustina también era sepulturero y durante su infancia, recuerda ella, le encantaba acompañarlo al trabajo y ayudarlo a limpiar las fosas, barrer las tumbas y acarrear agua. 

Palas, picos, botas y unas cuerdas fueron las herramientas con las que creció Agustina Guadalupe Rosas Cerón. La curiosidad y admiración de ver a su padre en acción provocaron que se convirtiera en sepulturera de San Rafael. Ahora ya tiene 51 años de edad y 12 han sido dedicados al panteón. 

"Mi familia nunca se imaginó que yo continuara con el legado de sepultureros, por lo que me tocó luchar para quedarme con la plaza de mi papá. Cuando era niña me gustaba verlo trabajar y me daba bastante curiosidad observar qué había dentro de las cajas.”,

Agustina se separó hace 28 años de su marido, por lo que se considera una mamá soltera que sin importar los horarios de la jornada laboral pudo pasar tiempo de calidad con sus hijos. Incluso, revela, uno de ellos trabaja con ella en San Rafael, junto a su hermano y una sobrina. 

A pesar de que su papá no le enseñó nada sobre el arte de sepultar, eso no fue obstáculo, pues sus compañeras Guadalupe e Imelda le transmitieron su conocimiento de panteoneras. 

Agustina luchó para quedarse con la plaza de su padre y seguir la tradición de sepultureros (Fotografía: Cynthia Benítez)

Para ella el panteón se ha convertido en un segundo hogar, ya que aquí pasa la mayoría de su tiempo. Incluso, con ayuda de un anafre, cocinan guisados para todas las trabajadoras y así poder seguir con la jornada del día. 

Debido al Día de Muertos, Agustina revela que a su jornada de trabajo se le “agregan actividades extra”, tales como lavar las tumbas, hacer algún trabajo de mantenimiento y cortar el césped.

“Más que de fuerza, nuestro trabajo es de maña, porque entre mi compañera y yo nos ha tocado abrir gavetas y sacar losas. Nunca hemos tenido alguna lesión muscular, únicamente el cansancio de la rutina”. 

Somos mujeres chingonas 

En el hogar de Alma Rosario Rojo Contreras existen dos ausencias. Su madre, Imelda Contreras Morales, quien falleció hace seis meses y su esposo Ricardo Ruiz, fallecido hace un mes. Ambos se encuentran descansando al interior del Panteón San Rafael. 

Alma, de 49 años de edad y con 3 años de experiencia como sepulturera, limpia sus tumbas, les lleva flores, acarrea agua y en ocasiones, confiesa, platica con ellos. “El primer empleo que tuve en la vida fue este, y aquí me quedé. Soy orgullosamente sepulturera. Yo venía a ver a mi mamá trabajar cuando tenía 10 años y a partir de ahí le comencé a tomar gusto al oficio”, cuenta.  

Su marido no estaba de acuerdo en que Alma trabajara como sepulturera, pero él enfermó y ella se convirtió en el principal sostén de la familia.

“No me dejaba, me decía ‘que no y que no’ pero ya en las últimas le dije tú estás malito y el día de mañana quién nos va a mantener”. 

La sepulturera más joven de San Rafael se encuentra con su esposo hasta después de la muerte y costeó el tratamiento con su actual trabajo.

“Cuando no había medicamentos en el ISSSTE o necesitaba algún estudio, yo los compraba por fuera”

 

Su mamá, mejor conocida como “La Morena”, trabajó 34 años en el Panteón San Rafael y ya no pudo ver a su hija Alma en acción; sin embargo, nunca dejó que sus hijos se acercaran a un sepelio. 

Alma confiesa que le encantaría la idea de que su hija sea sepulturera
(Fotografía: Cynthia Benítez)

“Tal vez porque para nuestra edad en aquel tiempo un entierro tenía un ambiente demasiado pesado. Yo creo que si mi mamá viviera me diría algo como ‘Barres mal las tumbas, agarra bien la pala, mete el pie ahí’ muchos decían que La Morena trabajaba como hombre por su forma de ser”. 

Su labor como sepulturera de San Rafael le ha traído bastantes satisfacciones a Alma, pues a pesar de ser un trabajo históricamente dominado por hombres los mismos visitantes le reconocen su accionar. 

“‘Que valor tienen, son mujeres bien chingonas’, son algunas de las palabras que nos dice la gente que viene y, la verdad, eso te hace sentir más grande y sientes muy bonito”. 

Alma confiesa que se siente orgullosa de su trabajo y espera que su legado permanezca. “Yo si quiero que mi hija trabaje aquí, pero ella me dice que no, hay que esperar, chance y también le da la loquera y termina como sepulturera”.

SEGUIR LEYENDO 

Panteones de la Ciudad de México reportan saldo blanco tras festividades de Día de Muertos

CDMX: Horarios y medidas sanitarias de panteones en Día de Muertos

Se espera una afluencia de 1.5 millones de visitantes a panteones de la CDMX