¡Muy buena calidad de pepinos, lástima que no hay precio para venderlo!, es como una publicación en Facebook lamenta que una cosecha completa se use para alimentar animales, pues “se pierde menos” que cortarlos y venderlos a un precio de 50 centavos por kilo.
Mientras los restauranteros en la Ciudad de México se manifiestan ante las autoridades con el hashtag #AbrirOMorir, la situación en el campo mexicano no parece ser diferente, la pandemia ha obligado a los campesinos a abortar las intenciones de cosechar sus productos debido a los bajos precios que el mercado ofrece.
Ese es el caso de Ángel Cruz, un campesino veracruzano de 51 años que invirtió cerca de 70 mil pesos en una huerta para sembrar pepino, un producto que a la redacción de esta nota se ofrece en la Central de Abasto de la Ciudad de México en un precio mínimo, al menudeo, de 10 pesos y un máximo de 15, mientras a él los compradores le ofrecían centavos.
“Me hablaron de Puebla, gente de la Central de Abasto de allá de México y me ofrecían 50 centavos y no, mejor decidí echarles a las vacas y que la gente entrara a cortar, les di puerta libre para que entrara a comer pepino”, relata.
La huerta del señor Ángel se ubica en la localidad de Piedras Negras, municipio de Tlalixcoyan en Veracruz, la zona es conocida como El Sotavento y sus agricultores aprovechan esta temporada para la siembra del fruto, pues en estados del norte, como Sinaloa, uno de los principales productores, la temporada invernal hace que la producción disminuya.
Sembrar en tiempos de pandemia
Ángel Cruz recuerda que el año pasado colocó su producto en ocho y nueve pesos, reconoce, por ejemplo, que en centros comerciales del Puerto de Veracruz el pepino se vende hasta en 19.80, “no es posible que el pepino del campo esté a 50 centavos”.
“El coyotaje eso nos ciega mucho al campo, con esa gente no se va a poder, porque tienen años de estar en los mercados grandes, por ejemplo, México, Puebla… Ellos te ofrecen ese dinero porque no hay ventas por lo de la pandemia y para que uno no pierda te ofrecen eso, pero eso no es dinero, si yo le meto a la gente hasta pierdo”.
Hace 10 años que el señor Ángel regresó de Estados Unidos, con la intención de hacer vida en su tierra y trabajar el campo, y desde esa fecha él jamás había visto un precio semejante al que hace unos días le ofrecieron por su cosecha.
Son 60 toneladas de pepino por hectárea de tierra, que a lo largo de un mes, una vez que ya empieza a producir la huerta, se deben cortar cada semana, es decir, cuatro cortes. Ángel no pierde las esperanzas de que el precio de su producto “agarre mercado”, pues de él depende no sólo su familia, sino la de decenas de trabajadores que en el campo ganan su sustento diario.
“De aquí a delante estando yo aquí en mi pueblo voy a tratar de tener dos o tres pedacitos, dos o tres hectáreas de pepino, bueno este año nos fue mal, pues ni modo, para el otro año nos irá mejor…”.