Desde tiempos inmemorables parece que tenemos cierta fascinación por la velocidad, a ir de prisa. Hoy más que nunca queremos resultados inmediatos, nos encontramos en la “era del click”, en la que pretendemos tener el mundo en nuestras manos en un instante.
Este apetito por la velocidad es probable que naciera en el pasado, cuando el hombre aprendió a trasladarse sobre algún animal; se dio cuenta que el que cabalgaba se cansaba menos, podía transportar más cosas, recorría mayores distancias y llegaba a su destino en menos tiempo. Con este descubrimiento comenzaron a cambiar muchas cosas, ya que se abrían nuevos horizontes en la vida del ser humano.
Parecería que ir despacio es cosa del pasado, incluso un retroceso al progreso, y aprendimos a que las prisas y la respuesta inmediata se conviertan en parte de nuestra agenda diaria, tanto en el trabajo como en el hogar.
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Esta forma de vida, alentó nuestra imaginación creando un sin fin de artículos que nos facilitan el vivir a mucha más velocidad: cajeros automáticos, agendas electrónicas, teléfonos celulares, computadoras, todo esto es parte de esas herramientas que nos organizan la vida, y qué podemos decir de todos aquellos aparatos que nos ahorran miles de horas de trabajo en casa, en el trabajo y en la vida diaria, tan solo para poder seguir haciendo más y más.
Podríamos pensar que nos hemos convertido en “entes funcionales”, que nuestro valor como personas está determinado por “el hacer” y la velocidad en la que podemos llevarlas a cabo o de resolver cualquier situación.
Pero, ¿Qué pasa cuando nos encontramos sobrepasados? En muchas ocasiones creemos que nuestras decisiones o soluciones son la más atinadas, pero al paso del tiempo, cuando nuestra mente está más tranquila, calmada, serena, nos damos cuenta de que no fue así, vemos con claridad que había una mejor opción.
Si analizamos esta situación podemos darnos cuenta de que la nueva respuesta viene acompañada de la tranquilidad, la serenidad que da el poder reflexionar con calma. Esta oportunidad surge cuando la mente tiene el tiempo para poder pensar detenidamente.
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Es tiempo de hacer una pausa y reflexionar, esto nos ayuda para tomar decisiones mucho más acertadas en la vida personal y profesional. Detenerte y pensar es necesario en esta época en la que la velocidad tiene tanta importancia en nuestras vidas.
Te comparto cinco tips para combatir el apetito a la velocidad en tu vida.
- Primero lo primero. No descuides lo que es vital para tu organismo, trata de comer de manera saludable y balanceada, duerme y descansa -tu cuerpo lo necesita- haz ejercicio de manera regular, esto te ayuda a liberar el estrés y vivir con más paz.
- Haz más de lo que te gusta. Es importante que ante el ajetreo diario te des tiempo de hacer al menos una actividad que te guste durante el día. Si lo tuyo es bailar, pintar o leer, conviértelo en parte de tu rutina.
- Planificación y enfoque. No dejes que las obligaciones tomen el control de tu vida. Organiza y planifica tu día de manera práctica y funcional, atiende aquella tarea que sea más urgente, pero nunca abandones lo que es realmente importante. Usa tu criterio y concéntrate en hacerlo.
- Desconéctate y baja el ritmo. Después de una ardua jornada es importante que bajes el ritmo, trata de desconectarte, dedica tiempo a tu vida personal y marca tus límites. Recuerda que “la vida pesa más, mientras más vacía esta”.
- Alto a la multitarea. Tenemos una gran tendencia a querer resolver todo al mismo tiempo. Sin embargo este modo multitarea nos quita la calma, la paz y además no favorece la resolución de los problemas de forma efectiva.
La falta de tiempo, la rutina de trabajo y la mala administración de nuestra energía y tiempo libre, nos han quitado la oportunidad de detenernos un momento y sentarnos a reflexionar sobre lo que es importante y valioso para nosotros, lo que nos llena de ilusión y lo que nos permite construir la vida que queremos.
Te invito a desacelerar un poco el ritmo de tu vida y así tener un espacio para reflexionar en lo que realmente quieres y así crear momentos de valor cada día.
Soy Sergio Cazadero y te quiero compartir, cómo hacer para crecer.