Los comportamientos autodestructivos se definen como acciones conscientes o inconscientes que provocan un daño físico o psíquico en el individuo. Desde la perspectiva psicoanalítica se trata de un predominio de la pulsión de muerte, que disgrega y separa. Puede pensarse como un exceso de agresión dirigida hacia el otro en cuyo caso se suele llamar sadismo o, por otra parte, dirigida hacia uno mismo, lo cual se conoce como masoquismo.
Se pueden clasificar según el daño que logran hacer. Pueden ir desde ideas devaluatorias sobre sí mismo hasta acciones mucho más graves como las adicciones.
Escucha el pódcast con los especialistas sobre personas con tendencias autodestructivas y las consecuencias de no pedir ayuda
Si bien cada individuo es un caso único, podemos reconocer algunas de las causas:
1. Pensamientos negativos que proceden de haber sido devaluados en su infancia o adolescencia
2. Dependencia excesiva hacia otras personas y por tanto relacionarse de modo tóxico, simbiótico y permitir el abuso, acumulando así rencor y dolor que puede volcarse sobre nosotros mismos.
3. Incapacidad para aceptar la realidad y afrontarla, negación de los problemas haciéndolos más grandes y sentirnos entonces rebasados, dándonos entonces por vencidos.
4. Haber crecido en un ambiente negligente y por lo tanto no saber cuidarse a sí mismo
5. Ser profundamente influidos por la presión social y creer que si logramos adquirir ciertas características, entonces vamos a ser más queridos. Como ejemplo necesitar tener determinadas cosas materiales o un peso y aspecto representado en imágenes, que incluso puede no ser real.
6. Contener una gran cantidad de ira y no poder expresarla hacia afuera y entonces volcarla hacia uno mismo.
7. Sentimiento equivocado de lealtad familiar. Sentir culpa por estar mejor que los demás y entonces desarrollar conductas autodestructivas. Freud, el padre del psicoanálisis nos señala en su excepcional ensayo "Los que fracasan cuando triunfan" escrito en 1916, que algunos individuos enferman cuando se les cumple un deseo profundamente arraigado, en donde parece que no pudieran soportar su dicha.
8. Compulsión a la repetición que significa poner de modo muy semejante, las condiciones para que lo traumático que se ha vivido se reproduzca, lo de antaño, ahora, de modo casi idéntico.
9. Reacción terapéutica negativa: la persona entra a un tratamiento de psicoanálisis, comienza a mejorar y decide abandonar el tratamiento, alimentado por la ya mencionada pulsión de muerte.
Es de suma importancia elaborar lo traumático, poner en palabras lo que nos duele, solicitar ayuda cuando nos estamos sintiendo rebasados y alimentar a la pulsión de vida, que integra y alimenta. Mientras más y mejor nos cuidemos menos comportamientos autodestuctivos desarrollaremos.
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mgm