La ilusión perduró y se acrecentó, cuando México acechó una victoria que terminó por no llegar. En el noveno inning de anoche, Japón anotó dos carreras y clasificó a la final del Clásico Mundial de Beisbol, después de imponerse por pizarra de 6-5, en Miami, Florida.
“Nos ganaron, pero fue una victoria para el beisbol de México”, aseguró el manager Benjamín Gil. “Les pedí (a los jugadores) que levantaran la cabeza, se entregaron de todo corazón”, agregó.
El estruendo del batazo retumbó fugazmente antes del contrastante silencio expectante: cuando Luis Urías cruzó la primera base, la pelota ya estaba en las gradas, y también Randy Arozarena se robó un HR, para que la novena nacional estallara como pocas veces en toda su historia.
Con la desventaja (0-3), los asiáticos empataron en la séptima entrada con un cuadrangular de tres rayitas. No obstante, la novena nacional respondió de manera inmediata, con dobletes consecutivos del que usa sombrero y botas (Arozarena, por supuesto) y el outfielder Alex Verdugo.
Si la figura de Randy no era lo suficientemente grande, dos veces capturó el tercer out con la casa llena (una de ellas en la franja de advertencia). Sólo un japonés indignado maldijo en su idioma natal, y lo abucheó en una de sus apariciones en la caja de bateo.
Las banderas tricolores, que se vendieron a 20 dólares afuera del estadio, ondearon con mucha intensidad. Los cánticos y gritos de aliento se presentaron en múltiples ocasiones, cuando el equipo respondió, pero también cuando más lo necesitó.
Sin embargo, Giovanny Gallegos falló en el salvamento, y una tanda encabezada por Shohei Ohtani descandenó en la derrota. México concluyó una participación histórica, al finalizar dentro de los cuatro mejores; en tanto, Japón hoy enfrenta a Estados Unidos, por el título del mundo.
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