La coreógrafa y bailarina argentina Mirta Blostein tiene 77 años de edad y, dice, en un mundo en donde existen estándares de belleza, cánones de lo que debe ser un artista del movimiento, surge una rebeldía que la lleva a plantear que los cuerpos viejos no sólo danzan, son hermosos.
A partir de esta premisa, presenta la coreografía “Y la vida va”, obra que funde la sabiduría del oficio coreográfico encarnada en un cuerpo y su historia, con el dominio absoluto de su expresión y verdad.
“Sigue existiendo un gran porcentaje de prejuicios hacia el cuerpo, tiene que ser flaco, bello, con piel tersa. Hay una presión fuerte por ser iguales, por no romper la norma. Sin embargo, la rebeldía está saliendo hacia la superficie, pero cuesta mucho porque no hay aceptación, para muchos, por ejemplo, los gordos son feos, los viejos son arrugados y sosos”, dice.
Y agrega: “Hay seres humanos que creemos en el valor del ser y en que la diferencia enriquece, y, desde ese lugar, nos animamos. A mí, lo confieso, me da miedo subirme al escenario porque estoy atravesada por esos prejuicios, pero a partir de mis observadores, del público, me puedo sostener en esta idea loca de seguir bailando y de poner un cuerpo viejo en la escena”.
La obra se presentará los sábados 7, 14, 21 y 28 de mayo, a las 18 horas, en el Teatro Varsovia (Varsovia 9 casi esquina con Paseo de la Reforma), abriendo una reflexión profunda sobre la vejez y el lugar que tiene en la sociedad.
FOTOS CORTESÍA RICARDO RAMÍREZ ARRIOLA
MAAZ