Cúpula

La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México

El monumento enriquece los valores patrimoniales del conjunto del Centro Histórico de la capital

La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. (Imágenes cortesía: Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural / Secretaría de Cultura)

En la capital de nuestro país se encuentra el monumento histórico religioso más relevante de Latinoamérica caracterizado por sus excepcionales valores patrimoniales históricos, artísticos y espirituales, por lo que se constituye en referente del patrimonio cultural de los mexicanos, dicho edificio monumental es la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

En el conjunto catedralicio destaca el magnífico templo dedicado a la Asunción de la Virgen María, con planta basilical de cinco naves coronadas en su crucero por una espléndida cúpula de base octogonal que se levanta sobre su crucero, un altar mayor donde deslumbra el retablo de Los Reyes, 16 capillas laterales ricamente decoradas con retablos cubiertos de hoja de oro y dos maravillosas torres campanario que enmarcan una fachada señorial que preside espiritualmente sobre la Plaza de la Constitución, corazón cívico del territorio nacional.

Acompañan a la Catedral el templo conocido como el Sagrario Metropolitano, edificado en el costado oriente, sobre una planta de cruz griega dedicado a la glorificación de la Eucaristía y que presenta elementos arquitectónicos y decorativos de gran riqueza patrimonial en sus fachadas donde se privilegió como material constructivo el tezontle cuya coloración carmesí refiere a la sangre de Cristo. Complementan el conjunto la Capilla de las Ánimas, pequeña edificación de una sola nave ubicada en la parte posterior del ábside de la catedral en la esquina norponiente del conjunto y el austero edificio de La Curia, ubicado también en la esquina norponiente, que a manera de sacristía aloja los espacios administrativos del conjunto.

Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. (Imágenes cortesía: Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural / Secretaría de Cultura)

La Catedral que vemos hoy en día tuvo un temprano antecedente en un edificio construido con materiales deleznables erigido poco tiempo después de la caída de Tenochtitlan y que obedecía las reglas españolas de orientación oriente-poniente ubicado en lo que es hoy el atrio en su esquina surponiente y que no cumplía con las condiciones para ser el sitio religioso para la función catedralicia por lo que se demuele y se inicia la odisea para la construcción de la actual Catedral en 1571 bajo Cédula Real de Felipe II, concluyendo una primera etapa en 1657, se emprende una segunda etapa en el periodo de 1657 a 1793 y finalmente logra concluirse en una tercera etapa desde 1793 hasta 1813.

El proyecto original se atribuye al arquitecto Claudio Arciniega, pero a lo largo de su edificación participan y aportan creativamente los más notables arquitectos de la época, entre los que se identifican a Lorenzo Rodríguez como autor del Sagrario, Juan Gómez de Trasmonte, José Eduardo de Herrera, José Damián Ortiz de Castro, y culmina con la presencia notable de Manuel Tolsá quien deja su magistral sello en la arquitectura del inmueble. Para la creación y edificación de los elementos decorativos del interior son llamados a participar los principales artistas de la época virreinal.

El pasmoso resultado de la obra de la Catedral Metropolitana se concreta en sus elementos arquitectónicos que se elevan en sus torres y cúpula principal a más de 60 metros de altura, constituyendo para su época la más alta edificación del continente americano y cuyo perfil ha sido el elemento icónico que identifica el paisaje urbano del Centro Histórico de la Ciudad de México durante ya casi cinco siglos.

La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México enriquece los valores patrimoniales del conjunto del Centro Histórico de nuestra ciudad capital. Este como casi todos sabemos tuvo el privilegio de ser incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO junto con la zona chinampera de Xochimilco por sus valores universales excepcionales representativos del origen y florecimiento de la cultura mexicana.

La presencia secular de la Catedral le ha permitido ser un importante testigo de los acontecimientos históricos que han conformado el destino de nuestro país, iniciando con la conversión de la ciudad mexica en la ciudad española sede del gobierno de los conquistadores, utilizando prácticamente las mismas piedras que conformaban los edificios prehispánicos para la construcción de los basamentos de la catedral española. Hoy reconocemos que la ciudad mexica yace en el subsuelo de la ciudad actual y nos presenta a través de ventanas arqueológicas presentes en el edificio religioso, la gran riqueza que tuvo la capital azteca.

Inicialmente, la Catedral se convirtió en emblema de las tareas titánicas de la evangelización de la población originaria por parte de las órdenes religiosas que caminaron los senderos de todo nuestro territorio para cumplir las tareas de propagación de la religión católica que hoy forma en buena medida parte del fenómeno del sincretismo cultural de los mexicanos.

Posteriormente, la Catedral atestigua la conmoción social que representa el movimiento independentista y que culmina casi al mismo tiempo de la conclusión de la obra constructiva en 1821, con la consumación de la independencia y la conformación del gobierno imperial de Agustín de Iturbide que es coronado en formal ceremonia en la sede catedralicia.

Igualmente, la Catedral observa los eventos históricos derivados de las Leyes de Reforma, las invasiones al territorio nacional por parte de potencias extranjeras, primero los franceses y posteriormente los norteamericanos, el establecimiento del porfiriato, la guerra revolucionaria ya en el siglo XX y la consolidación institucional del México posrrevolucionario. Durante toda su historia es importante hacer notar que la Catedral ha prestado constantemente servicios religiosos a la población, no sólo a los residentes en la capital sino también a los visitantes.

La comunidad católica de nuestro país, por lo tanto, considera a la Catedral de México como su sede espiritual, y escenario de la diversidad de expresiones culturales inmersas en las fiestas religiosas que tienen lugar en sus espacios.

Todo ello obliga al Gobierno de México a tener siempre un cuidado especial para su conservación y mantenimiento, en el cual participan también autoridades de gobierno locales, así como las autoridades religiosas resguardantes del conjunto catedralicio, apoyadas siempre por la sociedad civil.

Por Arturo Balandrano Campos 

Director General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural

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