CÚPULA

El futuro de los museos

Todos los recintos del mundo han vivido de una u otra manera, el reto de reinverntarse para continuar con su labor de instituciones públicas, privadas y comunitarias

CULTURA

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A. EXPOSICION. Museo de Arte Carrillo Gil, 2020. Foto: Cortesía INBAL.Créditos: Cortesía INBAL.

En el mundo viven procesos  de redefinición, no sólo ante los efectos  de la pandemia, sino como protagonistas de espacios contemporáneos abiertos al  aprendizaje, la conversación y la producción de experiencia, cuya presencia es vital  para la cultura y la educación. La UNESCO  señala la existencia de 95 mil museos en el  mundo, los cuales coloca como parte de la economía  creativa en cada país. 

Existe, en ese sentido, un esfuerzo global para  crear una nueva definición de los museos por parte  del ICOM, más acorde con los tiempos que vivimos,  la cual será aprobada en 2022. De gran valor es el  monitoreo de las políticas públicas y privadas en  torno a los museos y el patrimonio cultural a nivel  mundial y en cada país. 

Los museos se han instituido como espacios  fundamentales para la vida cultural de las grandes  y medianas ciudades, pero aún en pequeñas comunidades donde el museo se convierte en el espacio  de referencia para el sentido de pertenencia y de diversidad.

Y es que los museos están asociados a la memoria, a la posiblidad de conservar, proteger, investigar  y divulgar el patrimonio arqueologico, histórico, subacuático, biocultural o artístico, científico-técnico, de bienes tangibles e intangibles que adquieren  sentido o aportan sentido polifónico, en los contextos propios de los diversos países, comunidades o  culturas. 

Siglos de historia, creación y conocimiento se encierran en muchos museos del planeta. Sin ellos, la  humanidad no podría mirarse y repensarse críticamente o desde la búsqueda de otros modos de vivir,  pensar, dudar, de problematizarse a si misma.

Por ello, los museos son una posiblidad de aislarse del mundo y al mismo tiempo penetrar en él,  desde la perspectiva de cada quien, a partir de los  relatos que construyen los procesos curatoriales  y museográficos; de las cada vez más importantes experiencias de mediación que llevan a cabo especialistas en los museos, centros de exhibición o  espacios comunitarios. 

El mundo parecía avanzar. En México se había configurado un circuito de arte y migración involucrando a más de seis estados. El Whitney, por  primera vez reconocía el aporte de grandes artistas  mexicanos en el arte de los Estados Unidos. Modigliani cruzaba por primera vez el Atlántico. Sin embargo, la pandemia puso en tensión la posibilidad del encuentro, el sentido gregario de los museos.  Las salas se vieron vacías, poniendo de relevancia la importancia de los públicos, como parte de su posibilidad de existencia y el valor de las colecciones que debieron ser protegidas ante la incertidumbre. 

Muchos museos en el mundo se volcaron hacia la digitalidad. Hicieron visitas y recorridos virtuales o acercamientos a sus tareas de conservación o restauración. Se expandió el impacto, rompiendo las fronteras gracias a internet. La desigualdad no dejó de estar presente, pues no todos los museos cuentan con los mismos recursos, capacidades, autonomía y experiencia en la virtualidad. La brecha digital también se hizo patente.

Los museos públicos de arte, ligados a la Red del  INBAL experimentaron procesos de reconversión  digital, que implicaron el desarrollo de nuevos recorridos, se inauguraron exposiciones solamente  virtuales, en espera de #VolverteAVer. Acorde al  comportamiento de la pandemia, dos veces se vivió  la reapertura de los espacios con implicaciones  no sólo de carácter preventivo, sino curatoriales,  museográfica, de gestión de públicos y de sostenibilidad. Todos los museos del mundo han vivido de una u otra manera, el reto de reinventarse para continuar con su labor de instituciones públicas, privadas o comunitarias

¿Cómo mantener sus colecciones y, al mismo tiempo, mirarlas desde otro lugar?, ¿Cómo prepararse y vivir el reencuentro con sus públicos?

Los museos empezaron a abrir, pero no son los  mismos. El replanteamiento sigue, con una revisión  de su vocación, de sus colecciones, del aprendizaje  vivido durante la pandemia, de sus vínculos con sus  entornos. Su redefinicón como espacios refugio,  como aquel lugar donde es posible contar con  seguridad, pero a la vez, se puede vivir la experiencia estética, exige una nueva mirada a las obras y a las posibilidades de encuentro con los públicos. La naturaleza híbrida de la experiencia se impone  como terreno ganado, pero en construcción. El Museo del Palacio de Bellas Artes resguardó la obra de Modigliani y la de los pintores  mexicanos que dialogaron con él. La pandemia hizo que la exposición se abriera primero  virtual, mientras se transformaba en su diseño  espacial, museográfico, con un cambio tecnológicos para evitar que se tocaran pantallas. 

El Museo de Arte Internacional Rufino  Tamayo ha cumplido 40 años en 2021. Además de ser remodelado a fondo en términos  de mantenimiento, seguridad y bodegas, se  asoma colectivamente a su propia historia para  reconfigurarse. El Museo de Arte Moderno vive  además la recuperación de su jardín escultórico  y la Sala de Arte Público Siqueiros se prepara  para explorar el concepto de museo expandido y  la recuperación del sentido político del espacio  público a partir de la obra de Siqueiros. Esto con  recursos adicionales del proyecto Chapultepec,  Arte y Naturaleza. Desde principios del siglo XXI, el mundo especializado de la historia del arte, la curaduría, la museografía y la mediación en museos, trabaja en la búsqueda de profesionalización. Si bien  la sostenibilidad de los museos no puede determinarse por el ingreso que dejan sus visitantes o por la venta en sus tiendas, los bajos aforos representan una disminución de recursos. 

Habrá que buscar otras medidas fiscales y el replanteamiento de esquemas colaborativos no  sólo para los museos, sino para la investigación  y la creación artística y científica; exploremos  posibilidades de gestión colaborativas y solidarias. Los sistemas educativos también habrán de valorar como indispensable la experiencia museística como parte de la formación de las personas en los nuevos contextos. La naturaleza híbrida con que ahora funcionan los museos, plantea nuevas opciones.

Por Lucina Jiménez

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