La Organización Nacional de las Naciones Unidas instauró el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el objetivo de alcanzar la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, mismos que contribuirán al desarrollo económico del mundo y al progreso de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Eue el día14 de marzo de 2011 cuando la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer para destacar el acceso y la participación de la mujer y la niña en la educación, la capacitación y la ciencia y la tecnología, incluida la promoción de la igualdad de acceso de la mujer al pleno empleo y a un trabajo decente.
Y entre las grandes personalidades que día a día se suman a las tareas de divulgación de la ciencia en todo el mundo, hay diversas mexicanas que se desempeñan con éxito en materias como la biología, la física, química e ingeniería espacial, pero el camino no ha sido sencillo.
Ali Guarneros, la ingeniera que llegó a la NASA
Ali Guarneros es una ingeniera aeroespacial de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), donde se especializa en el desarrollo de cohetes suborbitales y satélites de órbita inferior; sin embargo, el recorrido para llegar ahí fue duro.
La ingeniera vivió durante su infancia y adolescencia en Distrito Federal, pero lamentablemente se vio afectada, junto a toda su familia, por el terremoto de 1985 que devastó a la Ciudad de México, lo que obligó a su padre a llevarlos a vivir hasta San José, en los Estados Unidos.
"Tuvimos familiares atrapados bajo las ruinas; incluso amigos y vecinos que fueron a ver al médico y no volvieron más. Fue impresionante y me traumó por años", comentó en una entrevista con la BBC.
Su madre, por otra parte, era una apasionada de la lectura, y siempre tenía enciclopedias en casa, aunque nunca pudo terminar la secundaria. Fue gracias a esas páginas que su hija encontró la verdadera vocación que la llevaría a lo más algo de la ingeniería espacial.
Una vez establecidos, y entrada a su juventud, tuvo que ayudar a su familia económicamente, por lo que comenzó a trabajar desde los 18 años, se convirtió en uno de los sostenes de la familia junto a su padre. Después tuvo cuatro hijos, mismos a los que crió durante cinco años en los que no trabajó ni estudió alguna carrera.
Fue la necesidad lo que finalmente la obligó a tomar una valiosa oportunidad en la Universidad de San José, donde se decidió por la ingeniería que tanto había soñado desde que ojeaba las enciclopedias de su madre.
Siempre vio a su padre trabajar en un taller mecánico, donde aprendió a siempre tener una solución diferente y creativa para resolver los problemas que se le presentaban. Todo parecía encajar.
Tenía poco más de 30 años cuando cumplía con todos los requisitos para aplicar a la NASA, de acuerdo con la información que le dio uno de sus maestros más cercanos de la facultad, y quien confío en sus habilidades para que lograra llegar a una de las más grandes empresas espaciales de todo el mundo.
En un momento pensó que su edad sería un gran impedimento para lograr su sueño, pero no esperaba que los responsables del programa en el instituto consideraran su voluntad para prepararse académicamente como una característica valiosa, y que definitivamente conecta con el espíritu de la NASA.
Luego de dicho programa logró obtener un trabajo de por vida en la agencia. Entre otras cosas, es una de las pocas mujeres latinas, y mexicanas, que trabajan dentro del Centro Investigación Ames de la NASA, en Montain View, California. Sus proyectos están enfocados a desarrollar la tecnología que será enviada al espacio. Además, tiene otro sueño, enviar a los humanos a Marte.
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