El miércoles 5 de abril de 1995, en el avance informativo del histórico noticiario 24 Horas, el legendario Jacobo Zabludovsky informó: “Leo Beenhakker deja de ser el entrenador del América”.
Mientras Jacobo daba la nota, en el Estadio Cuauhtémoc se disputaba el partido entre Puebla y América, por la Jornada 33, del campeonato de Liga del futbol mexicano.
¿Por qué? Este anuncio en el noticiario estelar de Televisa cuando el neerlandés todavía estaba en el banquillo del América, dirigiéndolos y terminando el partido en un empate a un gol, causó conmoción.
Cuatro jornadas para el final de la temporada, líderes de la competencia y avasallando la Liga, con 45 puntos, 74 goles a favor y siendo el equipo más espectacular que haya jamás visto el futbol mexicano.
Nadie entendía porque lo estaban corriendo a patadas del América.
Pero el ego de un directivo, también histórico, hizo que ganara más la sin razón.
Emilio Díez Barroso nunca toleró que Leo no le hiciera caso.
Que lo citara a juntas en sus días libres y nunca acudiera, porque si en algo era bueno Beenhakker era para jugar al golf, y en su descanso semanal, era su prioridad.
El Güero, como le decían al enérgico directivo americanista le leyó la cartilla: “o vienes a la siguiente junta, o te vas del equipo”, y se lo cumplió.
Leo Beenhakker es el mejor entrenador de la historia del América, y no ganó maldita la cosa.
Las formas, tan importantes en este equipo, eran entendidas a la perfección por un hombre que se forjó en el Zaragoza de España y que después hizo maravillas en el Real Madrid.
Él no creía en el estudio de los rivales, más bien entendía al futbol como un grupo de seres humanos que debían estar unidos, entendiendo las ideas del entrenador y aplicarlas semana a semana.
Fueron noches de viernes gloriosas en el Estadio Azteca, con goleadas constantes, con jugadores que supo sacarles lo máximo. Biyik, Kalusha, Zague, Cuauhtémoc, Del Olmo, Chávez, Lara, todos funcionaban a la perfección, fue el más espectacular América de la historia.
Claro que hoy el tricampeonato posiciona a André Jardine como lo más exitoso de la historia, pero nadie, ni el propio entrenador brasileño, han hecho del América la máquina ofensiva que logró Beenhakker.
Se va a los 82 años de edad, dejando un legado maravilloso, sensacional. El entrenador que hizo jugar mejor a un equipo que nunca fue campeón bajo su dirección. Regresó, y en su segunda etapa debutó a Guillermo Ochoa, tras enfermarse Adolfo Ríos, horas antes a un partido contra Monterrey en el Azteca. Sólo tenía 18 años, esa fue la visión del hombre más querido por los aficionados del América. Descanse en paz, Leo Beenhakker.
POR GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN
COLABORADOR
@GVLO2008
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