Rumbo Político

Una estadista contra un oportunista

Si a Donald Trump le preocupara el tráfico de drogas, actuaría contra el flujo de armas que provienen de su país

Una estadista contra un oportunista
Arturo Ávila Anaya / Rumbo político / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

La imposición de aranceles de 25 por ciento a México y Canadá, y de 10 por ciento a China por parte del presidente Donald Trump, es una muestra más de su carácter oportunista. Esta decisión, además de ser una estrategia comercial agresiva contra sus propios socios, es una clara evidencia de que Estados Unidos no es un aliado confiable en términos económicos, ni políticos.  El anuncio de los aranceles va acompañado de acusaciones infundadas sobre presuntos vínculos del gobierno mexicano con organizaciones delictivas, lo que evidencia un intento de presión política disfrazado de preocupación por la seguridad.

La única prueba que aportó la Casa Blanca en su comunicado fue una nota periodística sobre Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón, quien fue sentenciado en por colaborar con el Cártel de Sinaloa. Sin embargo, este caso no tiene ninguna relación con el gobierno actual. Es por ello que, usar este antecedente como justificación para imponer aranceles, es un acto para disfrazar lo que en realidad es un golpe económico contra sus socios comerciales. 

Trump también justificó la imposición de aranceles para que México coopere en la lucha contra las drogas, en especial el fentanilo. Esta es otra calumnia, la cual ha dejado en claro la hipocresía del gobierno estadounidense. Si el mandatario norteamericano estuviera realmente preocupado por el problema del fentanilo, comenzaría por combatir la venta de opioides en sus propias calles, en lugar de buscar culpables fuera de sus fronteras. De hecho, la crisis de opioides en Estados Unidos no se originó en México, sino en la prescripción indiscriminada de estos medicamentos, avalada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). 

Además, si a Donald Trump le preocupara realmente el tráfico de drogas, actuaría también contra el flujo de armas de alto poder que provienen de su país y que fortalecen a las organizaciones delictivas, así como de frenar el lavado de dinero que su propio sistema financiero permite. De hecho, de acuerdo con datos del Departamento de Justicia estadounidense, 74 por ciento de las armas utilizadas por los grupos criminales en México provienen ilegalmente de los Estados Unidos. 

Asimismo, desde el punto de vista económico, los aranceles no tienen sentido. Son impuestos regresivos que encarecen los productos esenciales tanto para empresas como para consumidores estadounidenses. De acuerdo con la Tax Foundation, los aranceles del 25% sobre productos mexicanos y canadienses provocarán 1.2 billones de dólares en impuestos adicionales, una reducción del PIB estadounidense de 0.4 por ciento, la pérdida de 344 mil empleos y un incremento de 830 dólares en impuestos por hogar. Además, afectarán el comercio transfronterizo de productos agrícolas, lo que elevará el costo de alimentos y golpeará directamente a la clase trabajadora estadounidense.

En contraste con la postura oportunista de Trump, Sheinbaum ha respondido con la razón y la diplomacia. En lugar de escalar el conflicto, ha llamado al diálogo y a la cooperación bilateral, reafirmando la soberanía de México sin caer en la confrontación innecesaria. Su propuesta de establecer una mesa de trabajo conjunta en materia de seguridad y salud pública es una muestra de liderazgo responsable. La diferencia entre ambos líderes es clara: mientras Trump utiliza las falsas acusaciones como herramientas de presión, Sheinbaum ha respondido con argumentos, en defensa de la soberanía de México. Estamos ante el contraste entre una estadista que protege los intereses de su país con inteligencia y dignidad, y un oportunista que gobierna con base en la desinformación.

POR ARTURO ÁVILA ANAYA  

ANALISTA POLÍTICO, EXPERTO EN SEGURIDAD NACIONAL HARVARD  

@ARTUROAVILA_MX

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