Piensa en la mujer más brillante e inteligente que conozcas; en la directora capaz y decidida, la empresaria exitosa que contribuye al desarrollo del país, la compañera del colegio con múltiples reconocimientos o esa mujer de tu familia que siempre se ha destacado por su desempeño. Ahora, imagina que cada una de ellas, aunque se encuentre triunfando, en realidad se siente como una impostora que no merece el éxito y que todo lo que ha conseguido es por suerte.
¿Te identificas con ellas? ¿Alguna vez has sentido que no mereces los reconocimientos, puestos o negocios que has ganado? Puedo decirte con seguridad que no estás sola, el síndrome del impostor ha acompañado a millones de mujeres durante su vida académica y profesional, es más común de lo que pensamos. El International Journal of Behavorial Science señala que se ha presentado alguna vez en 70% de las personas.
Se describió hace más de 47 años, durante la década de los 70’s por Pauline Clance y Suzanne Imes, para designar una experiencia interna de falsedad intelectual en mujeres de alto rendimiento. Actualmente, seguimos alimentando a esa voz negativa que hemos internalizado, que nos limita e impide para alcanzar nuestra mejor versión y disfrutar desde el merecimiento nuestros triunfos.
El síndrome del impostor se va conformando poco a poco, desde la infancia con las dinámicas familiares; con el ejemplo de los que tienes cerca, con los estereotipos de género arraigados en la cultura y en la sociedad, que nos recuerdan que existimos para cubrir ciertos roles como los de madre o cuidadora antes que los de proveedora y profesional exitosa; con la desigualdad laboral, tanto por la brecha salarial, como por la dificultad para ascender a puestos gerenciales y directivos. Además, tenemos que sumar nuestras características personales, como la autoexigencia y el querer alcanzar estándares de perfección en algunos casos imposibles de lograr para que reconozcan nuestro valor.
La profunda sensación de inseguridad, las creencias de que el éxito ha sido gracias al azar y que en cualquier momento seremos expuestas, no solo nos acompañan a nosotras. El Women’s Leadership Summit Report 2024 de KPMG señala que la gran mayoría de las directivas lidian con el miedo a que las descubran como impostoras. De hecho, dejan de perseguir roles mayores por considerar que no tienen todas las habilidades descritas en un perfil, mientras que los hombres siempre lo intentarán, porque cuentan con la autoconfianza de que sus talentos y habilidades son suficientes y pueden contribuir al puesto.
Lograr disminuir los síntomas, requiere de un trabajo personal y de introspección que te propongo a continuación: (i) realiza una lista de tus talentos, habilidades y valores, (ii) enumera objetivamente los éxitos que has obtenido y las metas que has logrado hasta ahora y siéntete orgullosa de ellos, (iii) piensa esas frases y juicios que las voces de tu cabeza te han repetido y que te has auto aplicado sin compasión y permítete entender de donde vienen (iv) reconoce y acepta lo valiosa que eres aunque no seas infalible; de los fracasos y errores se aprende a veces más que de los éxitos.
Estamos iniciando un nuevo mes de este 2025, así que te propongo este reto: deja de trabajar desde el agradecimiento y recuérdate todos los días lo que te ha costado llegar a donde estás, para que puedas empezar a vivir desde el merecimiento.
POR ANA DE SARACHO
FUNDADORA Y CEO “YO EN GESTIÓN 360°”
ANADESARACHO@YOENGESTION360.COM
LI: ANA DE SARACHO
IG:@ADESARACHO
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