MUJERES, S.A.

Es que estás aprendiendo

El talento es importante, sin duda, la dedicación lo es mucho más. La realidad es que podemos desarrollar cualquier habilidad que necesitemos para continuar con nuestro crecimiento. Pero hay que trabajar

Es que estás aprendiendo
Claudia Luna / MUJERES, S.A. / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Cuando iba en prepa, en un examen parcial de cálculo, la Señora Ileana (maestra entrañable) me bajó dos puntos por intentar copiarle a Marianna, mi vecina.  El problema fue que me saqué cero entonces mi boleta de calificaciones tenía un inverosímil -2 en rojo brillante-. Cuando le llegó la boleta a mi papá, soltó tal carcajada que no pudo recuperar la compostura necesaria para el regaño. Mi madre, siempre la disciplinaria, con más resignación que convicción dijo: “ustedes (mis dos hermanas y yo) nunca han sido buenas para los números”.  Como todos, había materias en las que me iba muy bien y en otras…no tanto.  De ahí saqué la conclusión de que lo mío eran ciertas cosas (letras, libros, abstracciones lógicas) y que otras cosas, definitivamente no eran lo mío (mate, química, física).  

Ahora sabemos que esa manera de ver nuestras aptitudes es absolutamente limitante.  Decidimos enfocarnos en algunas habilidades y desterrar algunas otras por pensar que no tenemos facilidad para ellas haciendo totalmente de lado el proceso de aprendizaje.  El talento es importante, sin duda, la dedicación lo es mucho más. La realidad es que podemos desarrollar cualquier habilidad que necesitemos para continuar con nuestro crecimiento. Pero hay que trabajar. Todo lo que crees que no puedes hacer podría convertirse en una de tus cartas fuertes si adoptas una mentalidad de crecimiento.

Este término (growth mindset), popularizado por la psicóloga Carol Dweck, no es un mantra de las corrientes de pensamiento mágico ni una simple idea motivacional: es una herramienta poderosa para desbloquear tu potencial. En pocas palabras, tener una mentalidad de crecimiento significa que pensamos que nuestras habilidades no son fijas, sino que pueden desarrollarse con esfuerzo, práctica, ayuda de otros y un poco de resiliencia. Es decir, tu inteligencia es, realmente, maleable. 

La mentalidad fija (fixed mindset) es esa voz que dice: “Esto no es lo mío, mejor ni lo intento”. Es evitar el desafío por miedo al fracaso, buscar sólo el reconocimiento fácil y, cuando algo no sale bien, señalar el mundo entero antes que a nosotras mismas. Suena conocido, ¿verdad?

En cambio, el growth mindset ve los retos como ejercicios, los errores como maestras, y el fracaso… bueno, como un tropezón con clase. ¿La clave? La palabra mágica: “aún”. No soy buena para hablar en público… aún. No entiendo ese software nuevo… aún.

Cuando adoptas esta mentalidad, las críticas dejan de ser un ataque y se transforman en retroalimentación útil. Los desafíos no son amenazas, sino gimnasios para tu habilidad de resolver problemas. Al final se trata de que no te acomodes en tus habilidades y conocimientos actuales, se trata de ser curiosa, valiente y dispuesta a aprender, para siempre.

¿Cómo empezamos a acomodarnos en una mentalidad de crecimiento? Aquí algunas ideas:

  1. Reconcíliate con el error. Fallar no te define; aprender de ello, sí. Si tropiezas, ríete, levántate y sigue caminando.
  2. Habla contigo misma como si fueras tu mejor amiga. Reemplaza frases como “soy terrible en esto” por “¿qué puedo aprender para mejorar?” Y no te olvides de notar siempre tu mejoría.
  3. Rodéate de retos. Si estás cómoda todo el tiempo, algo anda mal. Lo desconocido es el ensayo del crecimiento.
  4. Busca retroalimentación, aunque duela. Escuchar lo que puedes mejorar es incómodo, pero es un atajo invaluable hacia el progreso.
  5. Celebra el esfuerzo, no solo los resultados. El camino importa tanto como el destino.

Cambiar de mentalidad no significa volverte optimista compulsiva. Se trata de adoptar una perspectiva estratégica: una que te permita ver cada reto, cada conversación incómoda y cada contratiempo como una oportunidad de evolución.

Tener un growth mindset no solo te hace más adaptable; también te vuelve una mejor líder, una mejor colega y, sobre todo, una mejor aliada de ti misma. No te preocupes si no logras un cambio de la noche a la mañana. Recuerda que el crecimiento no es un destino: es un viaje que eliges emprender cada día. El crecimiento es atómico y continuo. Pon el ejemplo para las personas a tu alrededor. Una mentalidad abierta al aprendizaje, al crecimiento, a la expansión, es contagiosa.

Elige crecer, aunque dé miedo, aunque duela, aunque implique empezar desde cero. No hay un punto final en el crecimiento; solo hay decisiones diarias que nos acercan más a la persona que queremos ser y esa persona también evoluciona con el tiempo. Así que ríete de tus tropiezos, celebra tus intentos y recuerda: cada reto es una invitación para aprender algo nuevo o perfeccionar una habilidad. Cada reto es una nueva oportunidad de ser imparable.

POR CLAUDIA LUNA

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