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Maíz y Política: Una Reforma sin Datos

México, en cambio, se enfrenta a un dilema sin estrategia clara: prohibir los transgénicos sin garantizar el abasto de maíz puede derivar en mayores importaciones, precios más altos y un campo menos competitivo

Maíz y Política: Una Reforma sin Datos
Mariana Otero-Briz / Tierra de Negocios / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El futuro productivo del maíz quedó en manos de una reforma legislativa que, lejos de sustentarse en datos técnicos y científicos, estuvo dominada por discursos ideológicos y eslóganes que poco abonan a la solución de los verdaderos retos del campo.  

El pasado martes, la Cámara de Diputados aprobó la reforma constitucional sobre maíces nativos en un debate que se caracterizó más por acusaciones y frases populares que por un análisis serio de las repercusiones económicas y comerciales que esta decisión tendrá en el sector agroalimentario.  

Mientras los legisladores de oposición advertían que la productividad agrícola no debe quedar atrapada en dogmas políticos, los diputados oficialistas acusaban a sus adversarios de ser empleados de Monsanto y Bayer, mientras en el aire quedaron temas clave como la sequía, la baja productividad del campo y la creciente presión proteccionista de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.  

La discusión legislativa dejó en evidencia la falta de datos técnicos y científicos, pero hizo gala de discursos emotivos y hasta la lectura del cuento maya Los Hombres del Maíz.

A pesar de que el 60 por ciento del maíz que se consume en México es importado, principalmente de Estados Unidos, el debate se centró en el rechazo absoluto a los transgénicos sin considerar alternativas viables para incrementar la producción nacional. 

La diputada morenista Irma Juan Carlos, incluso desestimó la crisis climática al afirmar que "el cambio climático es un pretexto", ignorando los efectos evidentes en la producción de alimentos.  

El diputado José Luis Téllez, del PT, reconoció que “no existen estudios concluyentes que demuestren que el maíz transgénico es dañino para la salud”, pero argumentó que tampoco hay evidencia suficiente que lo descarte, lo que llevó el debate a un limbo de incertidumbre. 

Mientras tanto, la diputada del PT, Lilia Aguilar, calificó la productividad como “un mito" y desestimó las preocupaciones del sector agroindustrial con la frase "dejen de asustarnos con el petate del muerto".  

Estos argumentos, lejos de generar confianza en el futuro del campo mexicano, plantean un panorama de incertidumbre para los productores que buscan mejorar su rendimiento y competir en el mercado global.  

México no es autosuficiente en maíz, pues cada año importa más de 16 millones de toneladas de maíz amarillo, que se utiliza principalmente para la alimentación de ganado y la industria de procesamiento. 

La decisión de prohibir los transgénicos y priorizar los maíces nativos podría tener consecuencias graves en el costo de producción de alimentos básicos, afectando tanto a consumidores como a productores pecuarios.  

Además, Estados Unidos, el principal proveedor de maíz para México, ha manifestado su preocupación por las restricciones a los organismos genéticamente modificados (OGM), a lo que hay que sumar el fallo reciente del panel de controversias del TMEC, por el que invalidó la prohibición de importaciones de maíz transgénico, ya dejó en claro que este es un tema comercialmente sensible.  

La administración de Trump ha mostrado un enfoque proteccionista y podría utilizar la prohibición de la siembra de maíz transgénico en México como una excusa para imponer aranceles a otros productos agroindustriales, con el consecuente impacto a las exportaciones mexicanas de productos como aguacates, tomates y berries.

México no es el único país que ha regulado los organismos genéticamente modificados; no obstante, las naciones que han restringido su uso han implementado estrategias de sustitución y fortalecimiento de su producción, algo que no está claro en la estrategia mexicana.  

Por ejemplo, en Francia y Alemania, existen estrictas regulaciones, pero cuentan con subsidios y financiamiento para garantizar la rentabilidad de los agricultores sin depender de OGM.  

México, en cambio, se enfrenta a un dilema sin estrategia clara: prohibir los transgénicos sin garantizar el abasto de maíz puede derivar en mayores importaciones, precios más altos y un campo menos competitivo.  

Si bien proteger los maíces nativos es una meta válida y necesaria para la biodiversidad, hacerlo sin una política integral que fortalezca la producción y garantice la autosuficiencia alimentaria podría convertirse en un obstáculo más que en una solución.  

El Congreso tenía la oportunidad de analizar a fondo las implicaciones económicas, comerciales y productivas de la reforma, pero optó por un debate superficial, cuyo costo lo pagarán los productores, los consumidores y la economía en su conjunto.  

Crece amenaza del gusano barrenador

Lo que empezó en noviembre como un caso aislado en la aduana de Catazajá, en Chiapas, a la fecha México ya registra 78 brotes del gusano barrenador del ganado. La presencia de la mosca Cochliomyia hominivorax, que se alimentan del tejido vivo de los mamíferos, se ha extendido a cuatro entidades: Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. 

Esto, a pesar de las medidas sanitarias que ha implementado el gobierno de México. ¿Se les está yendo el tema de las manos?

POR MARIANA OTERO BRIZ

COLABORADORA
@Brizcocho

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