"Ver sufrir sienta muy bien; hacer sufrir, todavía mejor… Es este un principio duro, pero un viejo y poderoso principio humano […]", escribía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche en La genealogía de la moral. Su frase resuena en la realidad actual de diversas regiones del planeta, donde el sufrimiento de unos genera placer para otros… Hasta se fomenta. No se trata únicamente de un fenómeno individual, sino también social, o al menos de ciertos sectores al interior de las sociedades. Siempre han existido quienes, con ansias, se deleitan en este juego perverso. Retomando a Nietzsche: "¡Y en el castigo hay también tanta festividad!".
El 18 de febrero, la cuenta oficial de Twitter de la Casa Blanca publicó un video titulado "ASMR: Vuelo de Deportación de Extranjeros Indocumentados" (Illegal Alien Deportation Flight). Para quienes desconozcan el término, ASMR (Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, en español) es una sensación de hormigueo y relajación que algunas personas experimentan ante ciertos estímulos auditivos o visuales.
Se trata de un fenómeno ampliamente popular en internet, particularmente en YouTube, donde miles de creadores producen contenido diseñado para provocar esta reacción. En esencia, son videos destinados a relajar. Sin embargo, a quienes gestionan la cuenta de la Casa Blanca les pareció oportuno crear un "ASMR" utilizando los sonidos "relajantes" de esposas y cadenas que llevan los migrantes deportados mientras trasladados a los aviones que los llevarán fuera de Estados Unidos. La publicación desencadenó múltiples reacciones, incluidas las risas de sectores de la derecha estadounidense en el poder, como lo demostró el empresario Elon Musk.
Para muchos, esto podría parecer un episodio pasajero, pero revela mucho sobre quienes controlan el poder en el país del norte y su percepción hacia otros grupos. ¿Qué implica que la cuenta oficial de la Casa Blanca presente como una experiencia placentera el sufrimiento y la humillación de personas? No se trata de humor negro —aquel que elabora comedia a partir de lo trágico—, sino de que los propios victimarios convierten a sus víctimas en objeto de burla.
Este acto no es un simple chiste de mal gusto, es síntoma de la deshumanización que alimenta los discursos de la derecha bajo la actual administración estadounidense. El dolor del otro se diluye bajo las condiciones de otredad impuestas por quienes ostentan el poder. Al transformar la deportación en un meme, el Estado entrena a su gente para normalizar —incluso disfrutar— este tipo de violencia, legitimándola como un acto aceptable. Es así como la maldad se manifiesta: ese deleite ante el sufrimiento ajeno. Prueba de una sociedad en decadencia.
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
MAAZ