La Encerrona

Maíz, principio y fin de la mexicanidad

La presidenta de México comprende que el grano es más que un alimento y una mercancía para comerciar

Maíz, principio y fin de la mexicanidad
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“El objetivo principal es cuidar al maíz criollo, protegerlo, conservarlo por tres razones: conservación de la biodiversidad, razones culturales y por salud”: Claudia Sheinbaum.

La relación que México tiene con el maíz es milenaria, simbiótica, mítica, legendaria, intrínseca. No solo es la frase de “sin maíz no hay país” —que es cierta—, pero va más allá. El maíz es más antiguo que nuestro actual Estado, más viejo que el sistema internacional, más aún que el imperio español, incluso más que nuestras civilizaciones prehispánicas que moldearon nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Del maíz nace todo. Diosas olmecas, mitos wirrárikas, leyendas mayas, batallas mexicas. Es el principio y fin de la tierra y de la vida.

En “Los brotes de la milpa”, Alfredo López Austin enfatiza la profunda conexión entre el maíz y la identidad cultural de los pueblos mesoamericanos. Describe cómo los mitos y tradiciones en torno al maíz reflejan una cosmovisión donde este grano es central en la vida cotidiana y espiritual de las comunidades. Enfatiza en que, más allá de su función agrícola, la milpa es una metáfora del conocimiento mesoamericano, un sistema que se renueva, se adapta y se reproduce de manera comunitaria. Representa una forma de entender la vida, donde la diversidad y la interdependencia son esenciales. Además, se manifiesta como un símbolo de resistencia cultural y adaptación a lo largo de los siglos.

En nuestro país existen 59 —razas— de maíz originario, así como métodos tradicionales de siembra, cuidados y cosecha. De estas razas nace un sinfín de alimentos diversos que dan vida a nuestra rica variedad gastronómica, reconocida a nivel mundial. Sin embargo, estas tradiciones milenarias se ven amenazadas por la entrada y masificación del maíz transgénico (variedad de maíz modificada genéticamente para resistir plagas, herbicidas o mejorar su rendimiento, mediante la inserción de genes de otras especies, lo que permite características como la resistencia a insectos o la tolerancia al glifosato), pues busca la industrialización, monopolización y uniformidad en todo el maíz mexicano, así como empobrecer los métodos y economía de nuestros agricultores.

El T-MEC, mismo que cada día se ve más débil por las amenazas de Trump, contempla como puntos principales: el libre comercio de productos biotecnológicos, pues fomenta el intercambio de cultivos transgénicos y busca evitar restricciones comerciales injustificadas. Además del principio de equivalencia, México no puede prohibir el maíz transgénico solo por ser transgénico, debe justificarlo con evidencia científica. Por lo que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha buscado restringir la importación de maíz transgénico para consumo humano, argumentando riesgos para la salud y la biodiversidad, lo que Estados Unidos ha impugnado alegando que viola el T-MEC. El debate sigue abierto, con tensiones entre la soberanía alimentaria de México y las presiones de la agroindustria estadounidense.

Así, también a través de la agroindustria se busca presionar al gobierno mexicano, empero Claudia Sheinbaum ha dado muestras para salvaguardar el maíz criollo y prohibir el maíz transgénico en el país mediante la modificación de los artículos 4 y 27 de la Constitución, reconociendo al maíz como elemento de identidad nacional y prohibir la siembra de maíz transgénico en todo el territorio mexicano e incentivar la protección de las 59 razas de maíz originario. La presidenta de México comprende que el maíz es más que un alimento y una mercancía para comerciar; el maíz mexicano es diosa, mito, leyenda, principio y fin de nuestra cultura. 

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA   

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM

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