Columna Invitada

La paradoja de la tolerancia…

Este es un ejemplo que muestra cómo la tolerancia mal entendida o aplicada sin restricciones, puede volverse una herramienta de autodestrucción para cualquier sociedad

La paradoja de la tolerancia…
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Adolf Hitler utilizó hábilmente las libertades y garantías de la república de Weimar para infiltrarse en las instituciones democráticas, consolidar su poder, y finalmente, destruir desde dentro el sistema que le había permitido prosperar. El nazismo no ascendió al poder a través de un golpe militar, más bien, se insertó en un ambiente democrático y pluralista que valoraba la libertad de expresión, el derecho a la asociación, y el pluralismo ideológico. Hitler y su partido, con un discurso profundamente intolerante, se aprovecharon de las garantías democráticas del sistema para manipular al electorado y neutralizar a sus adversarios. Una vez en el poder, implementaron medidas legales para desmantelar esas mismas libertades. 

Este es un ejemplo que muestra cómo la tolerancia mal entendida o aplicada sin restricciones, puede volverse una herramienta de autodestrucción para cualquier sociedad; sin embargo, a pesar de esta lección histórica clave, seguimos sin aprender: varios líderes en todo el mundo, entre ellos, Netanyahu, Trump, Milei, y algunos en México como Verástegui, que promueven la intolerancia, no buscan coexistir: su objetivo es suprimir a los demás y consolidar un régimen que elimine cualquier posibilidad de disidencia.

Enfrentamos desafíos que exigen reinterpretar el sentido de la tolerancia. En particular, la proliferación de discursos de odio y desinformación; el auge de movimientos de ultraderecha, y la tensión entre pluralismo cultural y derechos humanos, revitalizan la necesidad de pensar críticamente sobre los límites de la tolerancia. ¿Hasta qué punto las sociedades deben permitir el discurso de odio bajo la bandera de la libertad de expresión?

El riesgo de que ciertos discursos alimenten la violencia o la discriminación plantea preguntas incómodas, por ejemplo, ¿deberían las redes sociales ser responsables de regular el contenido que difunden o esto representa una amenaza para la libertad de expresión?

He aquí una paradoja: “tolerar lo intolerante puede destruir la tolerancia”. Así es, si reconocemos que la tolerancia no es un valor absoluto, sino condicional. La tolerancia debería guiarse por reglas que garanticen la supervivencia de la sociedad misma. Esto implica que la tolerancia no podría extenderse a quienes rechazan la reciprocidad: un actor intolerante que se niega a aceptar las reglas del pluralismo no puede ser tratado de la misma manera que alguien que actúa dentro de ese marco. El debate racional es el primer recurso, las ideas intolerantes deben ser enfrentadas inicialmente en el ámbito del diálogo y la argumentación, la censura o la coerción no son respuestas automáticas, y la acción coercitiva sería el último recurso, pero cuando el debate fracasa y las ideas intolerantes recurren a la violencia o amenazan de manera directa la estabilidad de la sociedad, ¿sería necesario intervenir para proteger el orden democrático?

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

@DIEGOLGPN

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