Minutos después de la asunción de Donald Trump para su segundo mandato, el nerviosismo se apoderó de un sector de Estados Unidos y del resto del mundo ante las bravatas del republicano y sus aliados, la verdad no es para menos, la nueva administración tiene como una de sus particularidades algunos personajes con reputación cuestionable.
Esta lista la encabeza Elon Musk, hoy jefe de Departamento de Eficiencia Gubernamental, dueño de Tesla, de X, de SpaceX y el hombre más rico del mundo, quien no se cansa de aclarar que no es machista ni misógino, ni xenófobo, pero su historial de declaraciones le tapa la boca.
En 2020 expresó su rechazo a la gente trans y no binaria. En 2021 habló sobre crear la universidad "Texas Institute of Technology & Science", con el acrónimo "TITS" (senos, en inglés). Además, ha expresado su apoyo al partido alemán AfD, de corte antimigrante.
Por otra parte, el nuevo halón de la política exterior de EU, Marco Rubio (de padres cubanos), nunca ha sido un político que se guarde sus opiniones. Habla mucho y, a menudo, mal sobre México. Es partidario de la mano dura contra China e Irán y respalda las sanciones sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Tiene fama de ser antiabortista, defensor del derecho de los ciudadanos a portar armas, se opone a la amnistía para los migrantes irregulares y es partidario de abrir nuevas áreas a la exploración petrolera en EU.
En cuanto al destapado para dirigir el Pentágono, Pete Hegseth, está acusado de abuso por su segunda exesposa, de beber en exceso y de mala gestión financiera en organizaciones de veteranos. Ha prometido abstenerse si es confirmado y ha dicho que cometió errores financieros, pero niega haber cometido irregularidades.
Otro personaje que no pasa desapercibido es Tom Homan, el llamado zar fronterizo, encargado de aplicar las deportaciones masivas que tanto cacarea el presidente Trump, es conocido por su postura de "tolerancia cero" con la migración irregular. En 2018, condujo a la separación de miles de niños migrantes de sus padres en la frontera entre Estados Unidos y México.
Kristi Noem, la nueva secretaria de Seguridad Nacional, durante la pandemia de COVID-19 rechazó el uso de mascarillas y las medidas de confinamiento, y fue muy crítica con las políticas fronterizas de Biden. Se negó a aceptar refugiados afganos y fue la primera gobernadora en enviar miembros de la guardia nacional a Texas para ayudar con el control fronterizo. Y mató a su perro.
Con menos reflector, Michael Waltz, propuesto como asesor de seguridad nacional, tiene una postura anti-China y ha criticado las políticas militares estadounidenses que, a su juicio, enfatizan la diversidad racial y de género, la equidad y la inclusión por encima de la capacidad de combate.
Howard Lutnick, secretario de Comercio y multimillonario director ejecutivo de la firma Cantor Fitzgerald, respalda los planes económicos de Trump, incluidos los aranceles de amplio alcance, la desregulación de las criptomonedas y la eliminación del impuesto a la renta.
Y uno más que no es parte del gobierno, pero sí un identificado ideólogo de las políticas xenófobas del nuevo Presidente, su antiguo asesor Steve Bannon, que desde su trinchera sigue apoyando el extremismo de Trump, pero no a sus “nuevos amigos” como Musk, de quien ha prometido sacarlo del gobierno.
En poco o nada ayuda esos pleitos para los planes y metas de Trump, ya en marcha; tiene que dar resultados rápidamente porque el tiempo apremia y el electorado de Estados Unidos nunca perdona.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
COLABORADOR
@PAPADEPONCHO
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