Amplias porciones de la sociedad mexicana llegan a 2025 inmersas en una malsana y permanente confrontación, cuyo fruto principal es la exacerbación de la malquerencia y la intolerancia recíprocas, que envenenan la discusión pública.
En los estratos más mordaces de esos segmentos sociales no se aceptan ni reconocen virtudes ni propósitos legítimos, porque el de enfrente por fuerza es un sujeto vil, despreciable, que no obra por convicción, sino por mezquinos y bajunos intereses. No hay matices, todo es negro o blanco; si piensan como nosotros, poseen pureza y talento; si piensan diferente, son imbéciles y corruptos. La mayoría de los mexicanos que opinan de política parecen discípulos dicotómicos de Manes.
Los periodistas no se salvan. Si atacan a la 4T, son sin remedio traidores a la patria. Si la defienden, son chayoteros y corruptos. La objetividad relativa y la discusión argumentativa son bienes sumamente escasos en México. Para los maniqueos, la militancia en un bando o en otro obedece siempre a propósitos siniestros.
En esa polarización intolerante y descalificadora, las peor libradas son las mujeres, frecuentemente mencionadas soezmente por sujetos que parecerían haber sido concebidos in vitro, a juzgar por la forma de insultar y pretender envilecer a la mujer. Las féminas ofendidas militan en los dos bandos, pero las de la 4T son las más injuriadas, quizá porque tienen mayor visibilidad pública.
Esa visión maniquea que se desborda en redes sociales es irreal. Hay virtud, talento y convicciones legítimas en los dos bandos. Y también hay corruptos, vividores y traidores en los dos frentes.
En la 4T hay algunos y algunas con tal espíritu de servicio que trabajan por salarios moderados cuando fuera del gobierno podrían ganar más. Y hay un puñado que ni siquiera acepta retribución y labora motivado sólo por un acendrado patriotismo y por creer en la necesidad de romper esquemas de pobreza y desigualdad.
Y fuera de la 4T, tanto en la oposición política como en la empresa, también hay hombres y mujeres que trabajan por intereses legítimos y creen genuinamente en la necesidad de cambiar el rumbo del país y no necesariamente por desear la vuelta de privilegios contrarios al interés nacional.
En ambos frentes falta, en mi opinión, más democracia. La democracia que postula la tolerancia, la aceptación de la derrota, el acatamiento de la voluntad de las mayorías genuinas. La democracia que privilegia la concertación y el acuerdo, la colaboración basada en la búsqueda de lo mejor para el país. Urge a la 4T convencerse, en sus diversos ámbitos, de que la deliberación democrática sirve mejor al país que la imposición de la mayoría.
Para practicar una democracia así, claro, faltan demócratas. Demócratas convencidos de que ninguna derrota es absoluta y para siempre, y ninguna victoria es total y eterna. ¿Seremos capaces de llevar la democracia electoral, ya existente, a un estrato superior? Más vale que sí, sobre de todo de cara a las amenazas que vienen del Norte.
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Pese a la negativa situación descrita, hay luces de esperanza, pocas, pero las hay. Una de ellas brilló a mediados de diciembre de 2024 en la Comisión de Gobernación del Senado de la República, de la mano de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, y de senadores de oposición y aliados de la 4T, incluidos líderes opositores como Marko Cortés, Alejandro Moreno, Ricardo Anaya y Clemente Castañeda.
Todos ellos, incluidos por supuesto los líderes del PT y el PVEM, Alberto Anaya y Karen Castrejón, mostraron solidaridad con el gobierno ante las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y celebraron la decisión gubernamental de no ser el tercer país seguro en las anunciadas deportaciones masivas de migrantes por parte del próximo gobierno de EU.
En la reunión encabezada por la titular de Segob también se elogiaron la firmeza y dignidad con que la presidenta Claudia Sheinbaum ha reaccionado ante las amenazas de Trump, tanto en temas migratorios como en el rubro de aranceles y el de combate al narcotráfico.
La importancia del encuentro rebasó la frontera protocolaria y preanuncia una deseable actitud unitaria del pueblo y Gobierno de México ante las amenazas que vienen del Norte. No debe olvidarse la estrategia de Trump descrita en un libro del cual es coautor, “El arte de negociar”: “Me gusta provocar a mis adversarios para ver cómo reaccionan; si son débiles, los aplasto; si son fuertes, negocio”.
Y la fortaleza de una nación se nutre y fortifica con la unidad.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM
MAAZ