Hiel y Miel

El triunfo de la insensatez

La política en el mundo entero se encuentra en uno de sus momentos más bajos y sólo la caridad y el amor puede salvarnos”

El triunfo de la insensatez
Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

La desmesura en cualquier orden de la vida es sin duda una muestra de insensatez y, en el fondo, de locura. Muchos de los que hemos tenido la ¿suerte? de existir en este siglo XXI, estamos sufriendo la tragedia de un mundo desmesurado, donde por elección no existen ni la ley ni los límites. Es la decadencia de la democracia y sin duda el empoderamiento de la locura.

Faltan unos cuantos días para que la primera potencia mundial esté “gobernada” por un individuo que atentó en enero del 2020 contra las instituciones y el Estado de Derecho de su país porque las votaciones no lo habían favorecido. En lugar de pagar por sus delitos, este señor llegará a la Casa Blanca para hacer su santa voluntad y jugar, literalmente, con el destino del mundo.

Pero no es el único triunfador en este lugar sin límites que es hoy el mundo. En Venezuela, un dictadorzuelo rústico, con ambiciones insaciables, Nicolás Maduro, accede por tercera vez (y tramposamente) al poder y dice estar listo para tomar las armas, junto a sus compinches autoritarios Díaz Canel y Daniel Ortega, a fin de imponer sus ideas antidemocráticas al mundo.

En el conflicto de Israel y Hamas, después de meses de muerte y dolor, al fin se llega a un acuerdo de cese al fuego que se antoja endeble y que -ojalá me equivoque- no pone punto final al eterno conflicto. La ya muy larga guerra de Rusia con Ucrania y la permanencia desde el año 2000 de Putin en el poder tampoco anuncian paz para el continente europeo.

Me resulta claro qué tanto las extremas derechas como las extremas izquierdas que dominan a un buen número de naciones en este siglo no han conseguido la mesura indispensable para la buena gobernanza del mundo y mucho menos para la paz. No coincido, por tanto, ni con Milei ni con Maduro, ni con Bukele ni con Ortega, ni con Meloni ni con Kim Jong-un, ni con Díaz Canel ni con Netanyahu, ni con Hamas ni con Trump. Todos ellos gobernantes ajenos a los principios democráticos y cercanos al autoritarismo de una u otra forma.

Estoy bastante sola, pero supongo que formo parte de una esperanzadora minoría que se resiste a la violencia, a la mentira y respeta por encima de todo los derechos humanos, la ley y la libertad de expresión.

Hace unas cuantas semanas comencé a leer un libro que me ha hecho reflexionar mucho sobre la incapacidad de nuestra especie para escapar de la autodestrucción. Si usted pertenece a esa minoría que se aferra a las libertades y finalmente a la vida lo va a disfrutar mucho; se llama: El Síndrome 1933 de Siegmund Ginzberg, autor turco, filósofo y cronista histórico. Y termino con una frase de su texto:

“Trump no es nazi, tampoco lo son Santiago Abascal, ni Marine Le Pen (añadiría yo: ni Maduro ni Díaz Canel) pero todos ellos tienen una importante deuda con su base electoral, no han cumplido con lo que han propuesto. La política en el mundo entero se encuentra en uno de sus momentos más bajos y sólo la caridad y el amor puede salvarnos”.

Confiar y esperar, como diría Edmundo Dantés, digo yo.

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

EEZ

Temas