Omnia

Presidente de época

Hacer época, dice la Academia, es dejar larga memoria y ser, por su importancia, el principio de una época. En este sentido, Andrés Manuel López Obrador

Presidente de época
Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de México Foto: EL Heraldo de México

Hacer época, dice la Academia, es dejar larga memoria y ser, por su importancia, el principio de una época. En este sentido, Andrés Manuel López Obrador es un presidente de época. 

Forjado en la lucha social, con vocación y tenacidad indeclinable, pudo sobreponerse primero a la represión y luego a las derrotas que llegaron no tanto de las urnas, cuanto del fraude y el dinero sucio. 

Una y otra vez AMLO recorrió la República y se hermanó fuertemente con el pueblo, en particular con su porción más desposeída. Tuvo la osadía de romper con un partido que extravió el rumbo y fundar otro, Morena, que resultó ser el fenómeno político más importante de lo que va del siglo en México, pues en sólo 13 años logró conquistar dos veces la Presidencia y la mayoría legislativa federal, además de 23 gubernaturas. 

Desde la Presidencia, López Obrador rompió con estructuras y prácticas nocivas en el sector público; impulsó un notable aumento en la satisfacción con nuestra democracia (de 16% en 2018 pasó a 37% en 2023, según Latinobarómetro), logró sacar de la pobreza a 9.5 millones de mexicanos según el Banco Mundial y reducir la dura desigualdad que lacera a la nación; concertó con el sector privado un impresionante aumento en el salario mínimo (uno de los factores claves que propulsó la contundencia del triunfo de Claudia Sheinbaum y Morena en 2024) y demostró que, pese a los fuertes incrementos anuales del minisalario, la economía no se fue a pique como se auguraba en sexenios anteriores. Además, el sector privado también obtuvo importantes ganancias en el sexenio, por más que una parte del empresariado le regatee reconocimiento a la 4T. 

Asimismo, poniendo por delante su honestidad y austeridad, AMLO libró una batalla contra la corrupción y obtuvo avances cuyos resultados permitieron aportar recursos a los programas sociales y a las grandes obras del sexenio. Sin embargo, la corrupción está de tal forma enraizada en el sector público que los éxitos palidecen frente a sus dimensiones. Claudia Sheinbaum tiene ahí una perspectiva de dura lucha en su gobierno, lo mismo que en lo relativo a la seguridad pública.

Sin negar insuficiencias y deficiencias, el gobierno de AMLO tuvo muchos logros y aquí se presentan sólo algunos, pero suficientes para acreditar que el México de 2024 es sustancialmente distinto al de 2018. Un hecho notable es que grandes porciones sociales pudieron empoderarse -anímica, social y políticamente- y tomar conciencia de que ellos -los jodidos, diría Carlos Payán- también importan, también cuentan, también aportan a la economía y al desarrollo de la nación y ningún gobierno podrá ignorarlos en el futuro, so pena de ser echado del poder, como ya le pasó a la hoy oposición. Esa es, para mí, una gran aportación del Presidente saliente. 

Y por todo ello Andrés Manuel López Obrador se va en olor de multitud y con una muy alta valoración en todas las encuestas.

PLUS ONLINE: UNA EXTRAÑA TIRANÍA

Poseedor de lo que José Mujica ha llamado la magia de la palabra, AMLO emprendió cinco veces por semana, desde sus conferencias matutinas de prensa, una cruzada contra el periodismo venal, ese habituado a pactar contratos millonarios con distintos estratos del poder público para difundir propaganda como si fuera información. 

Hay que reprocharle al Presidente saliente que a veces generalizó y arremetió por igual contra los rufianes del periodismo y contra los críticos que disentían de sus políticas y lo decían legítimamente en ejercicio de su libertad de expresión. Sin embargo, lo notable es que López Obrador logró vencer a quienes se suponían invencibles y estaban habituados al apapacho de funcionarios corruptos, y logró que su propia narrativa prevaleciera. 

Ese combate de las mañaneras contra las fake news y cómo AMLO pudo comunicar exitosamente su verdad pese a los diarios ataques -muchos de ellos insidiosos y mentirosos- de la casi totalidad de los medios tradicionales y la gran mayoría de opinadores, ese combate -digo- merece futuros estudios sociológicos, políticos y periodísticos. 

Muchos de tales medios alimentaron la narrativa de que López Obrador ejercía un gobierno tiránico y usaba la democracia para destruir a la democracia, narrativa que se ha exacerbado en el fin de sexenio, sobre todo a causa de la radical reforma al Poder Judicial. 

Resulta extraña la tiranía atribuida a AMLO porque en su sexenio no hubo represión a la protesta social, por más virulenta, destructiva y económicamente dañina que ésta fuese, y se llegó al extremo de tolerar el derribo de una puerta ¡de Palacio Nacional! Y a los autores fácilmente identificables ni se les reprimió ni se les persiguió. 

Sí, resulta extraña una tiranía donde incluso se permitió el ataque injurioso y ostensiblemente falso contra el jefe del Estado y su familia. 

POR EDUARDO R. HUCHIM

COLABORADOR

@EDUARDORHUCHIM

MAAZ

 

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