Pasaron días y semanas de tensión con motivo de la discusión de la reforma al Poder Judicial de la Federación, la cual después de un acalorado debate culminó con la promulgación de esta el día de la independencia, por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, acompañado de la presidenta electa Claudia Sheinbaum.
Básicamente la reforma establece la obligación de someter al voto popular a jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. López Obrador afirmó que el propósito es mejorar el sistema judicial.
No solo era necesario, sino indispensable mejorar al poder judicial, es evidente que se abusó con sueldos y prestaciones, además claro, de que en algunos casos el tráfico de influencias y corrupción era palpable.
Sin embargo, al aprobarse con tanta premura una reforma tan importante de parte de los legisladores de Morena y sus aliados, se dejaron muchas dudas, sobre todo en lo que respecta a su aplicación en la práctica.
Serán las leyes secundarias que se tendrán que discutir y aprobar enel periodo de la presidenta Claudia Sheinbaum, las que deberán cuidar los detalles y garantizar que el poder judicial mejore y no empeore como muchos pronostican.
Como nos tiene acostumbrados el presidente en muchos otros temas, en lugar de cortar las manzanas podridas del árbol, lo derriba completo. Esperemos por el bien de México que los abogados que lleguen a ocupar el cargo de juez, magistrado o ministro, sea gente preparada, honesta y con principios.
Precisamente de eso depende que funcione la reforma, entre otras cosas, las instituciones sirven y se vuelven importantes gracias a las personas que las dirigen. Hoy más que nunca necesitamos un poder judicial autónomo, capaz, fuera del alcance de los partidos políticos que tanto han dañado a este país.
Acabamos de presenciar en la aprobación de la reforma el voto del senador por el PAN, Miguel Ángel Yunes. Se queja Marko Cortés, el mismo inútil y limitado dirigente que le abrió las puertas de la cámara alta a una familia de impresentables. Hoy se hace el indignado y sorprendido, no cabe duda de que hay personajes intrascendentes y muy pequeños, este es el caso del panista.
Por ello, debemos alejar de las manos de los partidos políticos la designación de los nuevos integrantes del poder judicial, ya que han demostrado que solo ven por sus intereses. México y su gente es lo que menos les interesa.
Esta reforma es por otra parte insuficiente si no capacitamos y mejoramos la calidad de los ministerios públicos, ya que muchas de las veces se le endosa una factura al poder judicial, cuando la responsabilidad es de las Fiscalías, que en algunos casos integran de manera defectuosa las carpetas de investigación.
Ojalá que bajo el mandato de la presidenta Claudia Sheinbaum a todos estos aspectos se les ponga atención y sean atendidos de la mejor manera, de ello depende que tengamos un poder judicial a la altura de las expectativas y no jueces, magistrados o ministros que sean empleados al servicio de intereses de grupos como ha sucedido en sexenios anteriores.
Ya es hora de que se cumpla el mandato constitucional en el sentido de que la justicia como garantía inherente a todo ser humano debe ser pronta, expedita, y, sobre todo, gratuita. Se requiere de un sistema de justicia más ágil y eficiente que atienda a todos y no solo a unos cuantos.
POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO
COLABORADOR
EDUARDOMACG@ICLOUD.COM
@EDUARDO84888581
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