Mujeres En la Historia

María Callas

Su primer gran éxito lo obtuvo a los 24 años, cantando La Gioconda, en Venecia. Desde entonces, se concentró en compositores que parecían olvidados

María Callas
Gerardo Laveaga / Mujeres En la Historia / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

María Kalogeropoulos, mejor conocida como María Callas (1923-1977), fue la cantante de ópera más célebre de todos los tiempos… y la más completa.

La versatilidad de su voz le permitió desplazarse de los tonos más agudos de una soprano hasta los más graves de una mezzosoprano. En el mundo operístico, lleno de acartonadas tipologías sobre timbres y tesituras, esto pareció un prodigio. 

Si a tal destreza añadimos su fascinante presencia física y sus dotes histriónicos – fue una excelente actriz que, incluso, actuó en la película Medea (1969), bajo la dirección de Pier Paolo Pasolini–, el adjetivo completa se justifica. En palabras de Gerardo Kleinburg, sacó a la ópera del mero ejercicio del canto para devolverle su carácter teatral y transformarla en “un performance íntegro”. La ópera puede dividirse antes de Callas y después de Callas, añade Kleinburg.

Hija de padres griegos –“soy griega hasta la última gota de mi sangre”, repetía–, nació en Nueva York y se crió en Grecia. De acuerdo con su propio testimonio, echó de menos el cariño de su madre, que siempre anheló un hijo varón, en lugar de aquella hija “gorda, torpe y con pocos amigos”.

Pero, en cuanto su madre advirtió sus dotes artísticos, la inscribió en el Conservatorio de Atenas, donde conoció a Elvira de Hidalgo, una soprano española que la inició en la técnica del bel canto y la coloratura. La posibilidad de adornar con florituras una aria definió su trayectoria. María se obsesionó con la perfección y llegó a practicar durante jornadas de más de 14 horas al día.

Su primer gran éxito lo obtuvo a los 24 años, cantando La Gioconda, en Venecia. Desde entonces, se concentró en compositores que parecían olvidados: Rossini, Bellini, Donizetti… A partir de este elenco, fue de éxito en éxito. Su talento, su ambición y su fuerza de voluntad –perdió 40 kilos en un año cuando se lo propuso– la convirtieron en “La Divina”.

Como celebridad internacional, fue acosada por los medios de comunicación, quienes dieron cuenta exhaustiva de su vida sentimental: de su matrimonio con un empresario que le llevaba 30 años y de su tormentosa relación con el magnate naviero Aristóteles Onassis. Pero esto no empañó sus interpretaciones memorables: Norma, Tosca, La Traviata, Lucía de Lammermoor... En lo personal, me cuesta trabajo imaginar a estas heroínas si no es con la cara y la voz de la Callas.

Su principal obstáculo fue ella misma: su temperamento la llevó a pelearse con cantantes y directores; músicos y productores. Bastaba que se sintiera ligeramente incómoda para cancelar una función. En una ocasión, al saber que entre el público estaba el presidente de Italia, se rehusó a cantar. “Fue la prima donna assoluta del siglo XX”, se llegó a decir. 

El abandono de Onassis, la declinación de su voz y su adicción a los barbitúricos fueron agotándola y haciéndola cada vez más huraña. Murió en París, poco antes de cumplir 54 años. La sobrevivieron sus incomparables grabaciones.

POR GERARDO LAVEAGA

PROFESOR EN EL DEPARTAMENTO DE DERECHO DEL ITAM

@GLAVEAGA

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