Estar enamorada es una maravilla: que te mueva violentamente una pasión cegadora es avasallador y sin duda, la mejor manera de ver al mundo es a través de los ojos de la oxitocina y la dopamina. Mi yo enamorado es incontenible, infatigable, irreprimible, imparable. Procuro estar en ese estado emocional alterado. La vida sin esa locura, es un poco más gris y por eso persigo a las mariposas que habitan detrás de mi ombligo. Provoco esos nervios y ese mareo y los busco en todos lados. No hay nada mejor.
Recomiendo ampliamente estar enamorado. No sólo en lo romántico, sino en lo profesional. No puede compararse un día lleno de tareas insulsas con un día que pasa en un instante perdida en los brazos de lo que más te gusta hacer. Para alcanzar tu mejor desempeño, tu crecimiento astronómico, necesitas estar perdidamente enamorada de tu carrera. Sentir todos los días la felicidad intensa del quehacer intelectual.
¿Pero qué tiene que ver una cosa con la otra? La pasión impulsa la creatividad, a buscar nuevas y mejores soluciones porque cuando realmente quieres que algo suceda, encuentras la manera. Ese fervor también atiza la productividad y la acción porque es difícil quedarse sentadita con llamas en el corazón. Por si fuera poco, fomenta la resiliencia porque cuando tu propósito realmente te mueve, los grandes desafíos se vuelven masticables y no hay reto que no encuentre su solución en tu entrega.
El amor también tiene una consecuencia crucial para el crecimiento: la curiosidad, las ganas de seguir aprendiendo. Las mujeres más destacadas en todos los campos suelen ser aquellas que nunca detienen el proceso de aprendizaje. Siempre he pensado que el amante perfecto es el que te mantiene interesada, el que alimenta tu curiosidad, así debe ser tu misión profesional.
La pasión de la que hablo no se trata de un amor incondicional por las actividades granulares del día (cosa que a veces se antoja imposible), sino amor por la visión completa, el panorama general, la gran idea y en el centro, tú. Enamórate de tu proyecto de vida profesional, sin importar el momento de su evolución. Inspírate en ti misma, en tu visión.
Oprah lo ha dicho muy bien: “La pasión es energía. Siente el poder que resulta de enfocarte en lo que te emociona”. Alimenta esa energía, ese fuego interno y deja que te guíe a tus mejores momentos. Nunca dejes de estar enamorada.
Fundadora de Think Pink México