La violencia armada en los Estados Unidos no para. La preocupación no es que las armas caigan en las manos “equivocadas”, sino que, esencialmente, pueden caer en las manos de cualquiera. Los estándares son tan ambiguos que también es preocupante la facilidad con la que cualquier ciudadano puede portar un arma de fuego.
Así lo vemos en redes sociales, videos durísimos que muestran a un grupo de personas disparar a sangre fría a una persona sin previo aviso y de manera por demás exagerada. Además de la asequibilidad, la facilidad y la frialdad, aún más alarmante es la edad de los agresores, en muchos casos tratándose de adolescentes que ni siquiera rebasan la mayoría de edad.
Así fue el caso de Nicolás Elizalde, un chico de 17 años con raíces mexicanas por parte de su padre, quien era un estudiante dedicado y deportista en la ciudad de Filadelfia, Estados Unidos. Un 22 de septiembre, al salir de su entrenamiento de futbol americano, recibió un impacto de bala que acabó con su vida. En el relato posterior, se dice que un grupo de 4 a 5 personas jóvenes buscaban emboscar a otro después del entrenamiento, estos agresores lograron su cometido y el objetivo recibió 9 impactos de bala pero sobrevivió. Nicolás, quien estaba cerca, su cuerpo se encontró con una bala perdida y murió.
El suceso fue devastador para la familia, pero sobre todo para su madre, quien pasó un momento muy difícil lidiando con el duelo y el dolor de la pérdida de su hijo. Tras un proceso largo y pesado, ahora Elizabeth ha encontrado un nuevo camino al cambiarse de ciudad, viajar e incluso renovar su guardarropa. Elizabeth es otra y un testimonio de cómo una política sin cuidados y totalmente corrompida puede cambiar la vida de muchos, orillando a dejar el lugar donde se ha crecido por miedo o por un muy mal recuerdo.
A pesar de que la respuesta de la policía fue rápida y lograron capturar casi inmediatamente a los agresores (de entre 14 a 21 años según los oficiales), a pesar de que todos ellos aún se encuentran encarcelados esperando por una sentencia, a pesar de que pueda haber con esto un esbozo de sensación de justicia, la realidad es que no la hay. Más allá de las medidas de respuesta, la urgencia de los Estados Unidos debe estar en repensar su política de portación de armas.
El tema migratorio ha sido central en las campañas políticas republicanas y demócratas, sin embargo, no son los latinos o migrantes de otras partes del mundo a quienes vemos disparar a sangre fría, son personas incluso que pertenecen a sus partidos políticos, como lo vimos hace semanas en el intento de asesinato del candidato republicano.
El tiempo está corriendo para los Estados Unidos, no sólo ya no figuran como los líderes vigorosos de occidente como hace algunos años en la región, sino que ahora sus mismas contradicciones al interior se han hecho mucho más evidentes para herir a su núcleo social. La carrera de los estadounidenses, sus campañas y su elección presidencial en noviembre tal vez ya no sea para salvar al mundo sino para salvarse ellos mismos o perderse, para condensar, de una vez y por todas, para siempre.
POR: AZUL ETCHEVERRY
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