El culebrón de Ismael Zambada García, El Mayo, vuelve a agitarse:
El dios de la droga, a través de los mismos abogados que hace días comunicaron una entregada pactada, ahora acusa que fue secuestrado por Joaquín Guzmán López, el hijo de su compadre El Chapo, y que fue llevado por la fuerza a Estados Unidos. Según el narcotraficante, el chamaco le pidió ayuda para resolver las diferencias entre el gobernador Rubén Rocha Moya y Melesio Cuen Ojeda, rector de la UAS, asesinado en esa misma reunión, de acuerdo con El Mayo. Al encuentro no asistió Iván Archivaldo, otro de los hijos de Guzmán, pero sí el comandante José Rosario Heras, el jefe de la policía del estado, quien supuestamente está desaparecido. Al final del comunicado, el cacique hace un llamado ‘a la paz’ y dice que “nada puede resolverse con violencia”.
Si con la anterior información usted cree que todo ha quedado resuelto, al contrario: está más confuso que nunca. Le planteo las primeras dudas que me asaltan:
¿Por qué ninguno de los abogados de Zambada ha denunciado formalmente el secuestro ante alguna autoridad mexicana si eso pudiera ayudarle a evitar el juicio al otro lado de la frontera? ¿Por qué los abogados primero hablaron de una entrega pactada y hoy cambian la narrativa? ¿Es una estrategia jurídica o es parte de la negociación con los gringos? ¿Por qué Estados Unidos se tardó tanto en dar su versión a través del embajador Ken Salazar? ¿Es un relato pactado con el gobierno mexicano y con Zambada? ¿Por qué esa falta de transparencia tratándose del narcotraficante que la propia DEA señala como ‘el líder del Cártel de Sinaloa’? ¿Por qué Salazar dijo el 7 de agosto que los dos traficantes se habían entregado y ahora, al igual que El Mayo, da por sentado que se trató de un asunto entre organizaciones criminales y desvincula a cualquier autoridad estadounidense de haber participado en su detención?
Si Estados Unidos dice que no participó, ¿por qué no contactó al gobierno de AMLO a sabiendas de que el arresto de Zambada puede originar una guerra no sólo en Sinaloa? ¿Entonces el gobierno de Estados Unidos no coopera como presume? ¿Por qué Salazar asegura que no tenían información sobre el avión que aterrizó en Nuevo México? ¿Estados Unidos no sabe qué aeronaves planean por su territorio? ¿Quién les dio aviso? ¿Qué negoció el hijo de El Chapo? ¿Cómo fue su detención, quién la hizo? ¿Se trata de un chantaje al próximo gobierno mexicano? ¿Qué más información tendrá López Obrador? ¿Cómo le va a hacer el gobernador morenista Rocha Moya para salir de este embrollo? ¿Será suficiente su coartada de que él estaba ese día en Los Ángeles? ¿Se trata de una venganza de las agencias de inteligencia americanas que vieron reducida su influencia en el sexenio de AMLO? ¿A quién le conviene una guerra en Sinaloa?
Los años de cobertura del narco me han enseñado a la mala que todos mienten: gobiernos, traficantes, agencias de inteligencia, abogados e incluso los periodistas cuando defendemos lo que nos confían las fuentes o lo que inferimos. Por eso, más que creer en las distintas narraciones, observemos un hecho concreto: hasta hoy sábado 10 de agosto, a medio día, no se están agarrando a balazos los clanes sinaloenses. Si se desata una guerra, entonces la teoría del secuestro puede provocar un impasse diplomático entre México y Estados Unidos, como ya ocurrió con el caso de Humberto Álvarez Machain, secuestrado en Guadalajara el 2 de abril de 1990.
¿A quién le beneficia rentar el caos?
POR ALEJANDRO ALMAZÁN
COLABORADOR