El urbanismo internacional está llegando a un gran consenso: construir espacios públicos accesibles, confortables y con actividades de interés para sus habitantes, contribuye a combatir la desigualdad y la fragmentación social. Por ello, resulta aleccionador revisar el caso de la Ciudad de México. En la Constitución local se establece que el espacio público debe generar símbolos de identidad, mejorar la calidad de vida, permitir la convivencia y la movilidad. ¿Qué ha ocurrido en la práctica?
El pasado 12 de mayo el Zócalo capitalino, la plaza de todos los mexicanos, se convirtió en un área totalmente peatonal. Además, durante el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum la iluminación de la ciudad se triplicó, la disponibilidad de áreas verdes por habitante se incrementó en 4.9 m2 y se intervinieron 315 hectáreas de áreas verdes en parques lineales.
La revalorización y rescate del espacio público continuará con un gran dinamismo con la próxima Jefa de Gobierno, Clara Brugada, quien ha propuesto construir el programa más ambicioso para lograr una ciudad libre de violencia para las mujeres; impulsar el muralismo urbano para construir la galería abierta más grande del mundo; establecer “Ludicalles”, donde niñas y niños jueguen seguros; transformar los ejes viales en avenidas arboladas y construir 100 utopías, bajo el mismo concepto de las 13 que ya funcionan en Iztapalapa.
Las utopías son una novedosa forma de intervención en el espacio público, reconocida internacionalmente, con infraestructura y servicios gratuitos para toda la población. Incluyen, entre otras cosas, albercas deportivas y para rehabilitación física; escuelas de cine, música y artes; atención a mujeres y personas adultas mayores; programas contra las adicciones; así como parques temáticos, auditorios, canchas y juegos para niñas y niños. En Iztapalapa las Utopías han contribuido a fortalecer el sentido de comunidad, han disminuido los delitos en las comunidades donde se han establecido y claramente han multiplicado las oportunidades de bienestar para las familias.
No obstante, aún quedan enormes desafíos para la gestión pública: existe una amplia dispersión normativa e institucional; no se cuenta con un presupuesto específico para atender las estrategias transversales de su uso; no existe información para alimentar el Sistema de Información y Evaluación del Desarrollo Urbano; y, entre otras cosas, no se cuenta con los avalúos sobre las plusvalías que se generan en las propiedades cercanas y por lo tanto no es posible generar convenios que contribuyan al beneficio público de estos espacios.
Frente a ello, los avances logrados y las propuestas de la próxima Jefa de Gobierno, auguran una nueva etapa de grandes beneficios sociales, pues mantendrá los principios rectores en la intervención del espacio público e innovará en las estrategias para hacerlos realidad.
POR DUNIA LUDLOW DELOYA
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