Love-bombing, Bread-crumbing, Ghosting, Orbiting, Benching, Scrolling, con estas palabras se describe en las redes sociales gran parte de la vida posmoderna y su aparentemente renovada dinámica para la búsqueda de encuentros románticos, mismas actitudes evasivas con nuevos nombres fancy. Hace poco expliqué cada uno de estos conceptos a un grupo de amigos máximo 5 años mayores de edad, muchos de ellos padres de familia, y la plática se convirtió en un: -“qué complicado es todo ahora, tan fácil que era antes hablar por teléfono, invitarla a salir, pasar por ella, conversar con los papás con galletas e ir por un café”-.
En mi caso hace ya bastante tiempo que no tengo una experiencia de ese tipo, desde hace diez años soltera después de un doloroso proceso de separación a una relación de casi 13 años, he salido con algunos candidatos de aplicaciones, otros de redes sociales, y otros de la vida real, -estos últimos mis encuentros preferidos por cierto-, sin embargo recientemente cuando una amiga cercana preguntó si tengo galán, respondí: “Tengo cuatro perros, para qué”. Y es que se ha vuelto una dinámica peculiar la de las relaciones románticas, muy lejos quedó la expectativa de algo “en serio”, la mayoría de los encuentros adultos oscilan entre amistades con derechos, -que puede ser lo más conveniente-, o salidas esporádicas con a alguien en vivo con quién te das cuenta que no hay afinidad después de dos o tres salidas y a pesar de quedar de amigos jamás se vuelven a ver o hablar. En algunos casos raros que evolucionan a 3 o 4 meses de constancia, eventualmente alguno sale con él: “no estoy listo para una relación” y todo acaba.
Por qué nos da tanto miedo relacionarnos en estos días y qué tiene que ver con la comunicación y nuestra presencia en las redes sociales o aplicaciones. Leía recientemente que el estar “mirando” a una persona te hace sentir cierta familiaridad, aunque solo sea a través de una pantalla, tu cerebro cree que estás con la persona, por ende, creamos relaciones ficticias o de conversación únicamente con quienes jamás interactuamos de forma análoga o lo hacemos de manera muy esporádica.
No es mejor ni peor, solo sí muy diferente a lo que estábamos acostumbrados los que nacimos antes de los 80. Las nuevas generaciones seguirán con nuevos lenguajes de anglicismos que describen predominantemente actitudes poco sinceras o contundentes y les irá como les toque. Por mi lado, he decidido cerrar el changarro, es desgastante jugar con el cerebro y la ilusión en un entorno donde “no sentir o no clavarse” es lo cool. Orgullosamente soy una persona que siente muchas cosas, y necesito conexiones reales, sino honestamente prefiero a mis perros.
Por: Mónica Castelazo
Gerente Sr. Asuntos Corporativos y Comunicación Teva Pharma México.
X: @MonicaCastelazo
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