Cuando existe madurez política, las derrotas electorales son una oportunidad para que la reflexión y la autocrítica permitan saber qué falló, qué pudo hacerse mejor y qué errores deben prevenirse hacia el futuro.
Más la oposición mexicana ha mostrado más podredumbre que madurez, y una soberbia que busca culpables en cualquier lugar menos entre sus propias decisiones. Tal pareciera que se empeñan en dar la razón a la hoy fuerza mayoritaria y viven una derrota moral de la cual no parece que quieran salir.
En pasados momentos de tribulaciones, los actores y partidos políticos tomaban caminos que guardaban, al menos, cierto decoro. Escisiones de grupos para crear nuevas alternativas partidistas, reconocimiento público de errores que llevan a la renuncia de las dirigencias, o cuando menos a aceptar públicamente la incapacidad de construir candidaturas ganadoras.
En otras ocasiones, es verdad, se denunciaba “fraude” pero, con ánimo se preparaban para la siguiente contienda aprendiendo de sus errores.
Lo que hoy nos ofrece la oposición mexicana es el despojo de la dignidad. No solamente ha sido incapaz de hacer un balance objetivo de los desastrosos resultados, sino que han perdido toda brújula con la realidad política del país.
Aciertan en advertir la maquinaria poderosa del Estado que favoreció la continuidad del oficialismo, pero fallan en puntualizar los errores sistemáticos y constantes que cometieron y que explican en parte por qué fueron incapaces de construir una opción electoral que empatizara con los mexicanos. Le fallaron a México porque no supieron en qué México vivían.
Las consecuencias de esta pérdida de rumbo llevan a la oposición a la repetición de sus errores. El saldo será costoso para la pluralidad democrática del país. En el PRI, se premia la decadencia con la posibilidad de reelección de sus líderes. En el PAN, las luchas intestinas descalifican las posibilidades de reencuentro y reconciliación. En Movimiento Ciudadano, se escurren destellos de frivolidad en las redes sociales.
Ante los riesgos de un régimen que todo controla y domina, a México le urge una oposición seria, coherente y responsable. Estamos ante la primera prueba de un cambio de régimen con la peligrosa reforma al Poder Judicial. En los años que vienen, cuando otros excesos seduzcan a quienes detentan el poder, podríamos llegar demasiado tarde.
Si la oposición continúa en su isla de soberbia, los ciudadanos quedaremos a la deriva por su arrogancia torpe, ciega y cómplice.
CUMULONIMBUS. ‘La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez’, Winston Churchill.
POR BOSCO DE LA VEGA
COLABORADOR
@BOSCODELAV
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