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El Mago escribía en su cuenta de X que se había dado un mandato claro y “potente”

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

El Mago escribía en su cuenta de X que se había dado un mandato claro y “potente”. El camaján de la revista Nexos afirmaba, en un programa de televisión abierta, que todavía no podía entender lo qué había sucedido. Macario pedía disculpas. La realidad es que no hubo sorpresas.

Los levantamientos de las casas encuestadoras serias predijeron con exactitud los resultados; las demás mostraban una tendencia clara (en muchos casos modelaron sus resultados ya que resultaba inverosímil una diferencia de treinta puntos entre las candidatas punteras).

¿Qué sucedió? ¿Cómo se puede explicar el voto de grandes segmentos de la población? Si el obradorato ha sido un desastre. ¿Cómo -sin recurrir a explicaciones bobas de que se fraguó con éxito un fraude de proporciones míticas- se puede explicar que los electores hayan premiado al calamitoso primer piso del obradorismo?

El electorado, en definitiva, muestra una realineación. Sin embargo, el poder explicativo de la identificación partidista es reducido. Los electores -que se comportan de manera racional- premian y castigan gestiones de acuerdo al desempeño, principalmente en el manejo de la economía. A esto se le denomina voto sociotrópico. Ahora bien, el fenómeno que mejor explica la orientación del voto de grandes sectores de la población: es el voto de bolsillo o pocketbook voting.

Durante la campaña presidencial estadounidenses de 1980, en donde Carter se enfrentó con Reagan, éste se dirigió a los votantes durante el último debate: “El próximo martes todos ustedes irán a las urnas, se enfrentarán a la boleta y se preguntarán: ¿estoy mejor que hace cuatro años?” En una nuez, la cita de Reagan esquematiza el voto económico. Esto muestra que cuando la economía personal va bien, los votantes recompensarán al gobierno en turno.

V. O. Key y Anthony Downs desde los cincuenta del siglo pasado habían ideado que los votantes –con un juicio retrospectivo- premiaban o castigaban gestiones de acuerdo con cómo les había ido en la fiesta. Morris Fiorina (1981) aplicó más tarde la teoría de Key, al considerar “que el electorado trata las elecciones como un referendo sobre el tratamiento de la economía de la administración actual”.

Amplios segmentos de la población perciben estar hoy mejor que hace seis años. Una base electoral relevante recibe transferencias en efectivo y goza de mayores ingresos por el alza de sueldos. Esto, como es bien sabido, es insostenible y tarde o temprano el estado quebrará al más puro estilo ochentero.

La máxima de Carville, el estratega de la campaña de Clinton en 1992, cobra gran relevancia. “It’s the economy stupid” tendrá que ser el punto de partida para generar el engrudo narrativo de la oposición. Los análisis muestran que las variables que tienen una mayor correlación con la aprobación presidencial y la orientación del voto es el manejo de la economía.

La oposición tendrá que comunicar hasta el cansancio las desventuras del obradorato en lo que concierne a ese tema. Lo que más lastima -en especial a las clases medias- es la inflación, la carencia de empleos bien remunerados y la extorsión fiscal. La narrativa opositora, además de presentar alternativas viables, tendrá que conectar los malos resultados con el ejercicio del gobierno. Y muy puntualmente en lo que concierne al manejo de la economía.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

CONSULTOR

@AECHEGARAY1

MAAZ

 

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