Balones y pelotas

Cantidad sin calidad

Tras haber derrotado al Chelsea en la semifinal de la FA Cup el pasado 20 de abril, Pep Guardiola

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Tomás Lujambio / Balones y pelotas / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Tras haber derrotado al Chelsea en la semifinal de la FA Cup el pasado 20 de abril, Pep Guardiola se vio muy aliviado durante la conferencia de prensa por haber pasado a la final del torneo pese a la condición física de sus jugadores. El City venía de perder los cuartos de final de Champions contra el Real Madrid dos días atrás y el ritmo de juego al que el equipo estaba acostumbrado no se manifestó en ningún momento frente a los londinenses.

Tras el pitido final, Guardiola se quejó de la saturación de partidos a la que eran sometidos los jugadores y mostró sorpresa al ver a su equipo “sobrevivir” semejante exigencia. Hoy mismo, a casi dos meses de la queja de Pep, el daño colateral de un calendario futbolístico tan saturado se lo ha llevado el fútbol internacional disputado durante este verano.

Después de una semana de actividad internacional en la Eurocopa, los enfrentamientos no parecen haber estado a la altura de la expectativa. Se esperaba que Inglaterra brillara, que Francia aplastara y que Portugal dominara la cancha. Sin embargo, el rendimiento de estas potencias mundiales se ha visto evidentemente afectado por la exigencia y la frecuencia con la que compiten los mejores jugadores.

El fútbol que se esperaba vibrante y creativo se ha visto reducido a empates, fatiga y autogoles. Incluso el buen rendimiento de selecciones menores como Austria, Turquía o Rumanía durante la fase de grupos ha sido más mérito de la vulnerabilidad física de su contrario que de su verdadera superioridad.

Ahora bien, con el Mundial más largo y grande de la historia a tan solo dos años de distancia, repensar el calendario futbolístico actual se vuelve imprescindible para garantizar tanto la salud, la condición y la calidad que distingue a cada jugador como el espectáculo que nos ha brindado durante años este deporte. Al final, exigirles a los futbolistas el máximo rendimiento durante un tiempo ininterrumpido es imposible y esperar que la condición física del atleta lo tolere no solo es incrédulo, sino que termina por exponerlo a una mayor cantidad de lesiones.

Tal cómo están las cosas en el fútbol moderno, ni el mejor futbolista está capacitado para competir en alto rendimiento durante tantos minutos de juego. ¿De verdad vale la pena poner en riesgo la calidad futbolística a cambio de una mayor cantidad de partidos?

Pep Guardiola dijo en aquella conferencia de prensa que “queremos jugar al fútbol, nos encanta jugar al fútbol, pero es demasiado”. Quizá tiene razón.

Quizá es momento de cambiar la lógica: priorizar la calidad por encima de la cantidad y disfrutar del deporte por su particularidad y no por su periodicidad.

POR TOMÁS LUJAMBIO

COLABORADOR

MAAZ

 

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