Si bien estas elecciones son las más grandes de la historia por el número de cargos a elección popular y lo cuantioso del padrón electoral, también han sido las más longevas.
A falta de un mes para la jornada electoral, las y los mexicanos llevamos inmersos en spots, pinta de bardas, espectaculares y millones de videos y fotos en redes sociales, más de un año, entre las no-campañas, las precampañas, las intercampañas y, por fin, las campañas oficiales.
Ante esta campaña permanente también hay que añadir la campaña que se lleva a cabo desde Palacio Nacional en favor de sus candidatas y candidatos.
No es casualidad que durante toda la carrera hacia la presidencia y la renovación del Congreso no haya habido cambios sustanciales en los estudios demoscópicos, la candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum, ha tomado ventaja desde un inicio, seguida por la candidata de oposición, Xóchitl Gálvez, quien -según la casa encuestadora- se encuentra entre 10 y 12 puntos de distancia y, por último sin llegar al doble dígito en las preferencias, el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez.
Esta falta de movilidad en las decenas de encuestas se podría cambiar gracias a los debates entre las y el suspirante a la presidencia.
Sin embargo, este supuesto no se ha llevado a cabo después de dos debates, en los cuales se han dado sin mayor sobresalto. En el primero de ellos, pudimos observar que el candidato posicionado en el tercer lugar necesitaba hacer del debate un foro para darse a conocer entre el electorado mexicano, más allá de Nuevo León y Jalisco.
Por su parte, Xóchitl Gálvez se mostró nerviosa y sin argumentos sólidos para poder sustraer algunas preferencias de las y los indecisos; mientras que Claudia Sheinbaum evitó caer en provocaciones y se le vio con un temple “presidencial”.
En el segundo encuentro de las candidatas y el candidato, observamos a Xóchitl Gálvez con mayor aplomo y con un mejor guion en su desempeño, intentando colocar el mensaje de que ella representa el cambio necesario para las y los mexicanos. Vimos a Máynez con un script de propuestas focalizadas para el electorado más joven.
Por su parte, Sheinbaum tuvo que defender a la actual administración, se enganchó con los embates de Gálvez y no pudo asestar ningún golpe certero. Empero, no podemos aseverar que alguno de los tres ganaron el debate, tampoco se podría decir que uno de ellos fue la o el gran perdedor, pues las preferencias siguen sin muestra de movimiento, eso sí, los tres contendientes se proclamaron ganadores.
Lo que nos lleva a pensar que, en realidad, el ejercicio de los debates no se han hecho para la discusión de las ideas, ni para lograr cambiar las preferencias de las y los sufragantes, sino más bien parecería que se están danto solo para “cumplir” con el requisito. Aunque sí hubo “pleito” y también propuestas, esta campaña ha estado marcada por la fidelización del votante -mucho más claro en los partidarios morenistas-, mismos que por más que se mencione cualquier cosa, no cambiarán de opinión este 2 de junio.
El INE y los propios partidos, coaliciones y candidatos deberán idear un formato menos parco y que sí rete a las y los espectadores en favor de fortalecer esta herramienta democrática y no siga siendo visto como un evento más dentro de las (interminables) campañas.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
EEZ