Columna invitada

Armonía visible de Lenka Klobásová

Nihil praeter artem - Nada más que arte. Max Švabinský (1873-1962)

Armonía visible de Lenka Klobásová
Luis Ignacio Sáinz / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

El Senado de la República nos convida una vez más un desfile estético de primerísima magnitud: cuadros y objetos de la imaginación de Lenka Klobásová (Brno, 1977), enigmática artista que dota a sus obras de profundidad espiritual. ”Casa Nuestra”, así nombrada la sede histórica de Xicoténcatl en la plaza Manuel Tolsá, a unos pasos del brioso percherón Tambor que carga a cuestas al malhadado jinete Carlos IV, hace gala de su belleza arquitectónica y de los murales de Jorge González Camarena que engalanan el cárcamo de su escalera.

Poeta visual, exquisita hacedora de milagrerías sinfín, nos seduce con su Armonía visible, síntesis de su más reciente fábrica. Se trata de episodios de comunión profunda del espíritu que se entrevera con las representaciones del mundo y lo existente. Meditación que detona la “contemplatio” de los místicos: oración amorosa que sacia sus apetitos en el silencio y la renuncia a las estridencias de un presente marcado por el no-pensar, sinónimo de consumo y espectáculo.

Asentada en esta tierra de volcanes desde hace poco más de dos décadas, esta creadora se ha empeñado en buscar modalidades de lo esencial, apostándole a una gestualidad cautelosa, discretísima, que prefiere las texturas a las irrupciones cromáticas. Procede de dentro hacia fuera, reivindicando los ecos y los murmullos de la lejanía, esos gestos propios del sueño en la vigilia: sus reflexiones pictográficas sobre la dilución de la memoria en la oportunidad del presente y de frente a la esperanza: el deseo y la confianza que privilegian las pequeñas cosas.

La selección de obras expone sin remilgos las huellas simples de una belleza profunda, reflexiva y no frívola, que se afana en brotar de su soporte, adquiriendo relieve y volumen. El punto y la línea se metamorfosean en accidentes táctiles, eligen el misterio de las heridas y sus cicatrices imperfectas, testimonios de un andar que se ha topado con los dolores, las caídas y las resurrecciones. En la quietud hay movimiento, y en el desplazamiento, paz. La pintura como bitácora del alma. La pintura como expiación. La pintura como reconciliación.

La estructura compositiva de Lenka Klobásová es plural, abierta, entregada a la comprensión de las otredades. Urde en el fondo de las cosas y los entes, de los pensamientos y las imágenes. Rasga las cáscaras que ocultan los sentidos del ser, el estar, el hacer. Está destinada a descubrir-redescubrir las pulsaciones íntimas de los objetos, y lo hace más allá de la figuración y la abstracción. El rigor de su visualidad, la precisión de su dibujo, la exactitud macular y la puntualidad de sus trazos, rinden homenaje a Max Švabinský, con quien coincide en fundamentar su iconografía en las experiencias interiores más profundas y en el entusiasmo por la naturaleza. 

Reitero: meditación, contemplación, creación. Lenka Klobásová concilia misterio y profundidad en una estética que se fuga de la mezquindad del ahora al entregarse al silencio y el vacío: yugen, la erótica del saber y la hermosura. Por ello este vuelo sensual del arte ha sido bautizado: Armonía visible. No exenta de dolores, neutralizados desde lo profundo de su conciencia, Lenka Klobásová nos ofrece sus heridas, tatuajes y cicatrices como enigmas a consideración de nuestra mirada, al modo de la poesía de las “tajemné dálky” (distancias misteriosas) de Otakar Brezina (1895). Condensa su vida en una frase de gran calado: “Art is my survival strategy”. Tiene razón y por ello hay que celebrarlo.

POR LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM 

MAAZ

 

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