Tuvimos la oportunidad de discutir en este proceso los problemas que más duelen. Algunos desde décadas como la desigualdad, otros de ahora, como el deterioro democrático, y unos más, como la inseguridad y el crimen organizado, que terminaron por echar raíz entre las finas líneas que separan la omisión de la colusión gubernamental.
Tristemente, esta elección no se trató sobre cómo mejorar, o cómo enfrentar la realidad que más preocupa: la inseguridad y el avance de la delincuencia organizada. El proceso electoral se ha tratado de la polarización y de la promesa de dar más apoyos económicos directos. La precariedad social es hoy botín de captura para la coalición gobernante mientras que la delincuencia todos los días acota más los espacios de libertad de la ciudadanía. De eso se habla poco, porque el discurso lo dominan la descalificación y el “yo te daré más”.
Esta colonización del discurso político alcanzó también a la oposición. Incapaz de convencer con propuestas innovadoras un rumbo de país, y cargando a sus espaldas años de descrédito, no tuvo más alternativa que caer en el juego de las promesas fáciles.
Y mientras tanto, estos seis años el estado mexicano siguió perdiendo terreno frente a una delincuencia que cada vez se expande más. Cuando concluya el sexenio, se habrán acumulado cerca de 200 mil homicidios. A esto se le suma el aumento de delitos como la violación, el feminicidio y la extorsión. En el sexenio más violento de la historia, hemos tenido episodios lamentables como el Culiacanzo y las visitas presidenciales a Badiraguato. También el paro de las actividades económicas y cotidianas en Taxco por el cobro de piso de la delincuencia, secuestros de familias enteras y el secreto a voces del “impuesto” que la delincuencia cobra a los comercios e industrias por operar, transportar o producir. La violencia en el marco del proceso electoral rompiendo récord: amenazas, atentados, secuestros y decenas de asesinatos. El crimen actúa electoralmente, incide y decide candidaturas y resultados. Las autoridades tímidas y los candidatos estridentes, pero sin plantear estrategias coherentes ni una ruta para enfrentar y atajar este desastre. La vida, la integridad y tranquilidad, la competitividad y la productividad del país, amenazadas por la actuación de unos y la incapacidad de otros. El presente y el futuro en entredicho y las opciones políticas incapaces de poner este tema en el centro del debate. Es la soledad del ciudadano frente a la oportunidad perdida.
CUMULONIMBUS. ‘Una sociedad que prioriza la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos’, Friedrich Hayek.
POR BOSCO DE LA VEGA
COLABORADOR
@BOSCODELAV
PAL