En la primera parte de esta columna planteaba el papel del llamado “voto joven”. Existe un enorme desafío en México para convocar a este sector a votar, este sector que representa 37.7 millones de personas.
Y es que, al parecer, de las tres estrategias de campaña, sólo una contempla mantener un equilibrio justo entre una estrategia digital a un ritmo considerablemente potente y real, así como tener propuestas de gobierno concretas que también han sido probadas en el terreno social, que consisten en elevar su calidad de vida y no dejar a la juventud en el abandono.
Además de ello, trabaja en seguir cooptando nuevas simpatías y militantes jóvenes, así como reestructurar las formas en que se organiza un partido de bases, la ponderación de las candidaturas conforme a criterios legítimos y que puedan garantizar las victorias según cada región.
La capitalización de todas éstas acciones a través de las plataformas como TikTok, Facebook e Instagram potenciaría los cuadros y perfiles que representen estos elementos, además auguraría un definitivo aumento del voto joven.
En 2018, la aplastante victoria de Andrés Manuel López Obrador en la coalición “Juntos Haremos Historia” se podría explicar precisamente por tener este equilibrio, ya que por una parte predominaba un clima de enojo social generalizado, un llamado “voto de castigo” derivado de la agravada violencia y corrupción en los distintos estratos gubernamentales, el histórico 86% de desaprobación de Peña Nieto y por otra parte, el terremoto político que ocasionó López Obrador con 30 millones de votos en las urnas.
El actual Presidente aprovechó ágilmente la acumulación extrema de todos esos síntomas sociales, a través de una estrategia de comunicación en redes que se encuadraba exactamente con una propuesta hecha por él y que subsanaba cada una de las demandas. Era como tener una política social o un paquete de reformas constitucionales listos para cada una de las consignas lanzadas por las redes sociales.
Para Ramón Cotarelo, un partido político es “una asociación voluntaria perdurable y dotada de un programa de gobierno”, para Weber es “una organización en busca del poder, influyendo con su programa en la elección de cargos de gobierno”, Sartori lo define como “una organización que, en un sistema político, busca influir o controlar el gobierno mediante la nominación y elección de sus miembros en cargos públicos”. Más o menos, todas las apreciaciones tienen en común tener un programa político y de gobierno, que ahora se traslada también al ámbito de una “buena política” en internet.
Las redes sociales reclaman un tipo de ciudadanía crítica, curiosa, informada, inteligente y ágil y las candidaturas hacen uso estratégico de estas interfaces para convertirnos en sujetos activos de la contienda política ¿Qué opinas de las campañas políticas este 2024? ¿Qué nos han entregado los partidos para decidir sobre nuestro voto? ¿Son las redes sociales espacios de ciudadanía?
POR ALAN VARGAS
COLABORADOR
@SOYALANVARGAS
MAAZ
