Columna Invitada

Democracia participativa vs. autoritarismo oligárquico (2ª Parte)

La profundización que impulsamos es una extensión de derechos sociales y laborales

Democracia participativa vs. autoritarismo oligárquico (2ª Parte)
Ana Lilia Rivera Rivera / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Lo que estamos impulsando con nuestro movimiento de transformación es una verdadera democratización, una democracia participativa mediante la práctica de la consulta, el referéndum y el plebiscito en la toma de decisiones fundamentales de la vida política nacional: la revocación de mandato, las consultas populares sobre el juicio político a expresidentes, las consultas a los pueblos originarios, entre otras.

Si los ciudadanos tienen la posibilidad de llevar a juicio político y de revocar el mandato a sus gobernantes, éstos no incurrirán en prácticas ilegales, corruptas y faltas de transparencia.

Si el pueblo tiene cada vez más canales efectivos y vinculantes de participación y decisión, sus representantes no propondrán ni aprobarán leyes contrarias al interés nacional.

Ya el politólogo Guillermo O’Donnell lo menciona en su texto Disonancias.

Críticas democráticas a la democracia: “la democracia no es sólo un régimen político; es también un modo particular de relación entre el Estado y los ciudadanos y entre los ciudadanos mismos”. 

Democracia participativa y popular, porque tiende a favorecer y fortalecer los derechos sociales y laborales de las mayorías.

Una democracia que fomenta y garantiza la participación de todo nuestro pueblo gracias a que no sólo crea las condiciones legales-formales, sino también las condiciones sociales y materiales que la hacen posible; es decir, que al tiempo que aumenta el salario y extiende los programas sociales, reduce la jornada de trabajo a 40 horas semanales.

Sólo si las mayorías cuentan con condiciones socioeconómicas para superar la pobreza y la marginación pueden hacer uso pleno de sus derechos políticos, pueden dedicarse a lo que Hannah Arendt llamaba la “vida activa”.

Y eso es precisamente lo que no quiere la oligarquía, que el pueblo participe activa y directamente en la toma de las decisiones fundamentales que afectan su vida cotidiana; por eso rechazan la reducción de la jornada laboral, rechazan la reducción del presupuesto destinado a los partidos y al INE, rechazan la reforma el Poder Judicial y la extinción de los fideicomisos.

La oposición quisiera regresar al viejo régimen de privilegios, corrupción e impunidad, y para eso necesitan ese conjunto de instituciones que durante décadas estuvieron al servicio de una minoría.

Pero la profundización y consolidación de la transformación que impulsamos es una extensión de los derechos sociales, laborales, económicos y culturales que, en los hechos, apunta a una radicalización de la democracia; es decir, apunta a que los distintos sectores de nuestro pueblo, las mujeres, los campesinos, los obreros, los pueblos indígena y afromexicano, trabajadoras y trabajadores migrantes, los jóvenes, los artistas y los científicos comprometidos con un mundo mejor, se fortalezcan, tomen en sus manos y dirijan el destino de la patria. 

Ana Lilia Rivera Rivera
Presidenta de la Mesa Directiva del Senado
@AnaLiliaRivra

EEZ

Temas